¿Por qué la conferencia que presentó dos nuevas consolas, cuatro juegos para finales de año y que tiene todos los títulos de third-party importantes, es considerada la peor presentación del E3 2016?
Probablemente esa es la pregunta que da vueltas en la cabeza de Phil Spencer en estos momentos. En un sondeo muy general de jugadores y medios especializados, Xbox terminó como último lugar en un evento donde su competencia solo llevo un juego y el otro parecía estar en un nivel mucho más elevado que el de Microsoft.
Probablemente, y al igual que en años pasados, decir que Xbox perdió el E3 es una tontería. Como mencione al principio, el catálogo de Xbox One para finales de 2016 incluye: Gears of War 4, Forza Horizon 3, ReCore, Dead Rising 4, Titanfall 2, Infinity Warfare, Battlefield 1, Watch Dogs 2 y muchos juegos más en exclusiva o con contenidos especiales/anticipados para la plataforma.
Además, en agosto llegará Xbox One S con potencial para correr videos y juegos en 4K, mayor capacidad en el disco duro y un control mejorado. Se anunciaron actualizaciones para Xbox Live en pro de los jugadores que pasan horas en línea o que solo quieren una experiencia más amena. Eso sin contar el listado de títulos que hemos visto desfilar en la plataforma desde 2013.
Entonces, ¿cuál es el problema? Ese mismo detalle que arrastra la plataforma desde su presentación en marzo del mencionado año: comunicación. Xbox One no ha logrado generar empatía con los jugadores porque no ha sabido presentar el potencial de una consola que al mismo tiempo no parecen entender ni siquiera los desarrolladores. Desde su lanzamiento, Xbox One se ha quedado por detrás de PlayStation 4 por aquellas minucias que Microsoft ha dejado escapar de sus manos.
Mientras que en Xbox One los estudios apenas alcanzan los 900p, en la consola de Sony todos los juegos importantes corren a 1080p. Los creadores independientes se han integrado con PlayStation por las comodidades que los japoneses les ofrecen. Y los jugadores se sienten mejor atendidos en una compañía que no busca explotar sus franquicias fuera de su consola con el fin de apoyar el apartado de juegos en su nuevo sistema operativo.
Xbox quiere hacer tantas cosas que no se ha podido concentrar en una sola y prueba de ello es el anuncio de Xbox One S y Project Scorpio. Para iniciar la presentación de E3, Phil Spencer revela al mundo el modelo Slim de su plataforma actual y para terminar la misma presentación, tan solo hora y media después, el mismo Phil Spencer confirma una consola mucho más potente que la del inicio y que hará lo mismo, pero de mejor manera.
De primera mano uno piensa que el ciclo de vida de Xbox One se terminó (y a pesar de lo que digan en Microsoft, yo sostengo ante ustedes que Scorpio es la primera consola de 9na generación). Sin embargo, los de Redmond aseguran que se trata de una consola que pertenece a la familia de Xbox One y que será compatible con todo el software que se puede utilizar en la actual consola y en Xbox One S, ¿entonces para qué me compro alguna de esas dos, si puedo esperar a 2017 y comprar Scorpio?
Incluso, aunque el mensaje hubiera quedado claro, parece que la emoción por dos consolas nuevas no fue lo suficientemente fuerte como para vencer al juego que Nintendo presentó y mucho menos a la oleada de proyectos que PlayStation estuvo anunciando. Microsoft sigue sin entender que la consola con mayor potencial del mundo, siempre va a sucumbir ante la que tiene experiencias únicas y bien desarrolladas para los usuarios.
Xbox One, Xbox One S, Scorpio o Windows 10, no van a sobrevivir de manera decente si seguimos viendo juegos que no se conecten con los jugadores. Necesitamos que Halo vuelva a emocionarnos como en la presentación de E3 2004, que Gears of War sea el próximo estándar de un género que volverá loca a la industria, que el potencial gráfico de un nuevo Forza sea un parámetro para todos los desarrollos en la consola y que si Windows 10 será parte del juego, que lo haga con sus propias apuestas y no siendo invasivo con los usuarios.
Si bien el futuro inmediato de Xbox One luce prometedor, las experiencias mostradas en la conferencia no dejan de sentirse un tanto vacías y sin compromiso con los jugadores. Claro, voy a jugar y disfrutar mucho el nuevo Gears, así como voy a pasar varias horas con mi drivatar en Forza Horizon 3, pero son más las ganas que tengo porque mi Xbox One sea relevante, que las ganas que tiene Microsoft de hacer algo sincero.
Definitivamente, Xbox perdió el E3 2016, quedando a deber a aquellos usuarios que prefirieron seguir por el camino que marcaron con el Xbox 360. Si lo comparamos con su rival inmediato, Xbox One parece caminar por un sendero oscuro y aunque la luz se vislumbra al final del túnel, éste es demasiado largo y muchos se van a rendir en la travesía.