¿Qué significa superar a tu predecesor? ¿Qué necesitas hacer, qué sacrificios debes tomar?
The Legend of Zelda: Breath of the Wild, además de ser la joya del Switch al momento de su lanzamiento, logró convertirse en el título más exitoso y, en la gran mayoría del lente crítico, más aclamado de la serie. Tears of the Kingdom, su secuela, cargó consigo una enorme labor desde el momento de su anuncio en 2019: de alguna manera, ser todavía mejor que uno de los mejores juegos de todos los tiempos.
Y aunque Breath of the Wild tuvo seis años para afianzar su espacio, no me queda más que declarar lo siguiente: Tears of the Kingdom, además de ser una secuela que mejora en prácticamente todos los aspectos a su predecesor, es un impresionante resumen de la capacidad de Nintendo de aprovechar una consola al límite, siendo a solo 5 meses después del inicio del año el juego a superar en las contiendas de la temporada de premios.
Con un sistema de habilidades renovado, nuevas mecánicas que corrigen los mayores defectos de Breath of the Wild y una cantidad todavía mayor de contenido, The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom es el nuevo juego por excelencia para todos los usuarios del Nintendo Switch.
¡Acompáñame en esta reseña a través de los cielos de Hyrule!
El poder de una secuela
El mundo de Breath of the Wild tenía el encanto o desencanto de ser un espacio post-apocalíptico. En realidad la batalla entre el bien y el mal había sido peleada, y el mal había triunfado con daños catastróficos para los Campeones de Hyrule: hasta cierto punto, la aventura de Link a través del Hyrule de Breath of the Wild se sentía como un epílogo más que como una narrativa bien estructurada.
Afortunadamente, Tears of the Kingdom tiene una fortaleza mayor en su estructura, y cuenta con una de las mejores historias de toda la serie. Después de que Link y Zelda exploran unas ruinas debajo del castillo, la princesa desaparece después de que un aparente sello es roto, dejando al valiente espadachín sin su espada, con su brazo gravemente herido y en islas que flotan en el cielo de Hyrule, nuevamente embarcándose en una aventura que requerirá de todas las fuerzas del héroe y sus aliados.
Sí, quizás como serie Zelda no tenga los arcos narrativos o emocionales más complejos de la industria, pero definitivamente Tears of the Kingdom toma tres conceptos sencillos, como lo son la desaparición de Zelda, la aparición de islas en el cielo y el resurgimiento de un mal antiguo pero reconocible para los fans de la serie, para así crear una historia que mantendrá tu curiosidad viva gracias a sus encantadores personajes e interesantes giros narrativos.
De una manera similar a las memorias de Breath of the Wild, Tears of the Kingdom cuenta con espacios repartidos alrededor del mundo capaces de mostrar memorias, pero éstas explican el pasado de un Hyrule lejano, a cuya época se remonta el sello roto. Gracias a estas retrospectivas, las cuáles responden misterios latentes en la narrativa, así como el mayor involucramiento de la gente de Hyrule en el día a día, el mundo se siente verdaderamente vivo, a diferencia del Hyrule de años atrás, el cual incluso podía parecer una simple caja de juguetes.
En Hyrule, sus cielos e incluso a otros lugares inhóspitos, Tears of the Kingdom presenta un mundo cambiado y capaz de sorprender hasta al más experimentado explorador, esto gracias a los cambios en la topografía del mundo, pero también gracias a las nuevas mecánicas que componen el núcleo de la tan esperada secuela.
La sabiduría de sus sistemas
Breath of the Wild agarró por sorpresa al mundo con su peculiar modo de abordar un título de Zelda de mundo abierto: en lugar de tener herramientas que se adaptan a cada nuevo bioma, el juego presentaba, desde las primeras horas, cuatro herramientas capaces de mover cielo y tierra. Explotando enemigos con las Bombas, creando pilares de hielo con Crionis, deteniendo objetos y dándoles nueva dirección con Estasis y moviendo estructuras metálicas con Magnesis, Link podía llegar volando para luchar contra Ganon en más o menos 30 minutos. Sin embargo, era claro que la frecuencia de uso de estas herramientas era muy variable: haciendo algo impensable para algunas secuelas directas, Nintendo tiró todo por la ventana, creando un repertorio completamente nuevo.
Para Tears of the Kingdom, Link ahora cuenta con cuatro habilidades capaces de interactuar a mayor profundidad tanto con el ambiente como con los objetos presentes en el mundo.
En primer lugar, Link es capaz de tomar muchos objetos y fusionarlos entre ellos a través de la Ultramano, lo cual permite que elaboremos maquinaría o vehículos sencillos con suficiente tiempo y creatividad. Este poder, en conjunto con la existencia de objetos Zonai, artilugios creados por la civilización que precedió a Hyrule, los cuales incluyen turbinas, cohetes, trineos, trampolines, globos aerostáticos, cañones, lanzallamas, planeadores y muchos objetos más, crean una experiencia sandbox como la que Breath of the Wild solo soñaba con ser.
La capacidad de crear planeadores cohete, globos aerostáticos que se levantan solos o incluso máquinas de guerra se ve gratamente complementada por la habilidad de Fusión (también llamada Combinación), la cual involucra a las armas, escudos y flechas de Link. A través de este poder, podemos crear armas con rangos amplificados al fusionar una lanza con otra, pero también podemos desarrollar armamento especializado al combinarlo con partes de monstruos o incluso frutas y hongos del medio ambiente. Las bombas flor tienen un regreso triunfal, y no hay nada más satisfactorio que arrojar una lanza fusionada con una bomba para abrir paso en un sistema de cuevas.
¿Dije el sistema de cuevas? Es correcto. Al añadir un elemento de verticalidad en Hyrule, Nintendo aprovechó para implementar calabozos ocultos a través de cuevas y pozos, los cuales añaden un elemento de aventura que francamente había sentido por última ocasión con Skyrim y sus interminables espacios de exploración. Estas profundidades son excelentes para el poder de Infiltración, el cual permite que Link atraviese espacios sólidos, llegando al punto más alto de cualquier superficie plana que se encuentre directamente encima de nosotros. Esto tiene muchísimos usos, desde escapar de dichas cuevas y pozos para regresar a una plataforma desde la que nos hayamos caído o incluso poder continuar con el desarrollo de cualquier megaconstrucción que tengamos en mente.
Por otro lado, muchas veces la exploración puede tener sus literales deslices: un planeador cayendo del cielo antes de que lo quieras desplegar o un proyectil que va dirigido hacia ti cuando no traes ningún escudo encima. Para resolverlo, es posible usar la última herramienta del arsenal, Retroceso: como su nombre lo dice, es posible regresar un objeto de acuerdo a su trayectoria reciente. Esto permite que tomemos piedras que hayan caído del cielo para llegar a las islas flotantes, o incluso simplemente salir de algún abismo a bordo del mismo vehículo que nos llevó ahí: aunque es posiblemente la habilidad que menos uses, incluso así logrará demostrar su valía en más ocasiones de las que te puedas imaginar.
Este repertorio de habilidades es impresionante, y creo que supera en creces al recibido en Breath of the Wild, al dar mayores oportunidades para abordar todos los problemas que se presentan en el juego, tanto de combate como de exploración o resolución de acertijos. La Ultramano es capaz de resolver todos los problemas al transportar Koroks (como puedes ver en muchos rincones de Internet), mientras que la Fusión permite que nunca nos encontremos indefensos; con Infiltración y Retroceso, en cambio, desbloquean por completo la verticalidad, haciendo menos estresante casi cualquier proceso que implica escalar una montaña.
Con tales habilidades, el Hyrule que se muestra frente al jugador está listo para ser explorado y descubierto.
El coraje de una persona
Aunque muchas cosas cambiaron, otras siguen siendo similares: aunque con un cambio de imagen, los santuarios regresan a Tears of the Kingdom, en esta ocasión con retos mucho más abiertos, los cuales invitan al jugador a experimentar y poner su creatividad a la prueba.
Creando vehículos, utilizando propiedades de fusión para protegernos del fuego, aprendiendo a usar todos los artilugios Zonai e incluso sometiendo al jugador a pruebas de combate similares a las vividas en la isla Eventide del primer título, los santuarios son todavía más intuitivos y ocurrentes, y son nuevamente un elemento fuerte del juego.
Sin embargo, este no es el único tipo de espacio a explorar y descubrir en el juego, ya que ciertos espacios del mapa, en particular aquellos que se encuentran en los lugares más profundos, cuentan con una cantidad sorprendente de tesoros que permiten la personalización de Link más allá de los conjuntos tradicionales de armaduras: cuando digo que no esperaba ni un tercio de los tesoros que encontré durante mi aventura en Hyrule, creo que queda claro que el juego tiene tanto contenido que es posible pasar más de 100 horas explorando y conociendo todo el vasto mundo de Tears of the Kingdom.
Y es que, aunque sean elementos menores, hay pequeños factores añadidos a esta secuela que hacen de la experiencia vivida algo mucho más agradable: la capacidad de guardar recetas elaboradas, así como la posibilidad de soltar armas cuando abrimos un cofre y nuestro inventario está lleno lleva a que el juego sea más ágil, despejando trámites y dando rienda suelta a la exploración. Tan solo con estos elementos así como la implementación de la Fusión como un método para alentar al uso de armas que pueden ser renovadas y mejoradas es posible observar cómo es que Tears of the Kingdom demuestra que los desarrolladores pudieron entender y atender las críticas recibidas por su predecesor.
Añadiendo a este factor se presenta el cambio de enfoque que tuvo Nintendo hacia los calabozos principales, dándoles un poco más de sazón al estilo tradicional de la serie. Creo que es mejor evitar los spoilers en este aspecto, pero estoy seguro de que los jugadores que sentían que a las Bestias Divinas les faltaba un poco de identidad se sentirán gratamente sorprendidos por las formas en las que Tears of the Kingdom se convierte en algo más que una nueva aventura en un mundo conocido.
No llores por mí Hyrule
Hablando de Hyrule, creo que sí vale la pena abordar el tema que pasó por la mente de muchos: si el mundo es el mismo, ¿es esto un DLC ofrecido como un título nuevo?
Con la cantidad de contenido ofrecido, debo decir que no, Tears of the Kingdom se une a God of War: Ragnarok y Star Wars Jedi: Survivor en la lista de secuelas que ofrecen un mundo lleno de contenido y superan en muchos aspectos a sus predecesores. Sí, seguramente reconocerás algunos espacios, pero las modificaciones tanto en topografía como en el crecimiento de la sociedad lleva a que haya una sensación de cambio en todas partes.
Hyrule es el mismo mundo, sí, pero ha pasado por tantos cambios en el tiempo que Link y Zelda empezaron a reconstruir que las cosas simplemente no son como eran. Las torres Sheikah han desaparecido, dejando lugar a que Purah, la divertida investigadora de Breath of the Wild, se haya tomado a la tarea de crear nuevas torres capaces de lanzar a Link por los cielos; los principales poblados, por otro lado, están pasando por problemas que han cambiado enormemente el estilo de vida en Hyrule.
Después de haber pasado tres ocasiones distintas por el dominio Zora en Breath of the Wild, llegar a este mismo sitio en Tears of the Kingdom fue completamente diferente: en primer lugar, ¡ni siquiera me había dado cuenta por lo diferente que se ve el sitio! El contexto adicional de las islas en el cielo añade otro factor, haciendo que las montañas más elevadas ahora se sientan como pequeños árboles en comparación: ten por seguro que vivirás nuevas experiencias en lugares que ni siquiera existían hace 6 años.
Por otro lado, es importante mencionar que, por lo menos como fueron presentados en Breath of the Wild, los poderes de los Campeones no regresan en Tears of the Kingdom. En su lugar sí hay ciertas mejoras que gradualmente llegarán a las manos de Link: nuevamente esto implica hablar sobre spoilers, pero por lo menos recalcaré que estos cambios añaden sorpresa al bucle de juego, y te mantendrán sorprendido constantemente.
Convertido en leyenda
Más allá de la experiencia vivida como aventura, Tears of the Kingdom presenta un excelente soundtrack, el cual alterna entre distintas paletas de instrumentos de acuerdo a la situación y ubicación. Aunado a esto, la adición de guiños y leitmotifs tanto de Breath of the Wild como de títulos previos de la serie es algo que dejará una sonrisa en la cara de cualquier fan de Zelda.
Desde el punto de vista visual y del rendimiento, sigo sin entender cómo es que Tears of the Kingdom es capaz de tener un desempeño tan estable y verse como se ve. Nuevamente no es un bastión de gráficos de nueva generación, pero el diseño y dirección artística de Tears of the Kingdom es inigualable: los colores cálidos del cielo, el verde de los campos de Hyrule y la oscuridad de sus espacios más profundos logran captar identidades claramente definidas, las cuales hacen que sintamos el inicio de una nueva aventura con cada descubrimiento realizado.
Sí, el juego tiene ciertos deslices en la tasa de cuadros en determinados espacios con muchos enemigos o efectos de partículas, pero incluso con múltiples elementos en pantalla o contra los enemigos más imponentes el juego no tiene problemas de desempeño como los vistos en muchos títulos lanzados en la actualidad: saber lo que logra Nintendo con hardware de esta potencia me emociona por el futuro de algún sucesor al Switch, pero esa es una plática para otro espacio.
En general, The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom es definitivamente el juego superior entre las dos propuestas lanzadas para Switch. La forma en la que amplía al mundo visto en Breath of the Wild hace que este juego se llegue a sentir como un tech demo. Con su espacio y cheque en blanco para la creatividad, mis batallas en Hyrule fueron únicas y memorables: si Breath of the Wild fue el inicio de la generación y Tears of the Kingdom está cerrando con broche de oro, básicamente Nintendo inició y terminó la generación del Switch con dos de los mejores juegos de todos los tiempos, creando una secuela digna del legado de su predecesor, incluso superándolo.
Pros:
+Inigualable mundo y sistemas
+Excelente diseño artístico y musical
+La mejor historia en la serie
Contras:
-Problemas ocasionales en desempeño