Somos una generación afortunada. Probablemente no pudimos haber nacido en un mejor momento para ser «jugadores», nuestros ojos contemplan con satisfacción como esta Era de la Tecnología está potenciando a niveles estratosféricos el objeto lúdico, jugar es lo de hoy, donde sea, como sea y con lo que sea, el negocio de producción tecnológica para consumo masivo requiere necesariamente de software lúdico para asegurar su rentabilidad económica, o ¿es que alguien se imagina el Iphone sin Angry Birds o un Android sin Plants vs Zombies? Esta Democratización del videojuego ha resultado ser la panacea para el jugador casual, al margen de que otro tipo de jugadores los miren con recelo y quizá una pizca de envidia, lo cierto es que esta estandarización del juego ha derivado en una ingente cantidad de consecuencias positivas para todo aquel que deguste jugar electrónicamente.
Disfrutar de un videojuego ya no es un acto exclusivo de una cofradía de varones con desordenes sociales, el videojuego (y más aún: el acto de jugar) ha comenzado a romper estigmas y liberarse de sus ataduras sectorizadoras, para ir penetrando en la cultura popular como un actividad socialmente aceptada por las grandes masas imbéciles. Claro, todo este complejo procedimiento no está extenso de expulsar sus respectivos residuos en forma de Llamadas del Deber o Aplasta Caramelos como productos de consumo desechable tal cual un Big Mac. Esta familiarización del videojuego con el mundo ha derivado en un gran mercado de hardware y software con ganancias mastodónticas diarias, ha incentivado (poco a poco…) el interés de la comunidad académica por una nueva área de conocimientos, ha generado millones de puestos de trabajo, en definitiva ha expuesto un mundo que se hallaba a la sombra de los grandes entretenimientos tradicionales.
Este fenómeno de integrar elementos lúdicos en entornos ajenos a los mismos se conoce como «Ludificación» y es justo lo que la diseminación de juegos móviles está logrando ahora mismo, pero el potencial del proceso ludificativo posee un inusitado potencial de aplicación general que va mucho más allá de simplemente consagrarse como a la moda de turno. La Prof. Laura Jiménez (Psicóloga de la USB, Venezuela) incluso afirma: «Las personas cuando jugamos somos mejores que en la vida real», eso es porque de manera íntegra tendemos a ser más optimistas, persistentes, eficaces y eficientes para alcanzar un objetivo dentro del entorno lúdico, claro fundamentalmente porque en este entorno tenemos mucho más control de los acontecimientos y las posibles consecuencias derivadas de un hipotético fracaso se reducen considerablemente (en un juego siempre se puede volver a intentar).
Desde un punto de vista psicológico, la ludificación influye sobre nuestro comportamiento mediante un binomio premio/castigo, en el cual se recompensa al jugador cuando realiza una acción deseada y se le penaliza si incurre en un acto indeseado. Otra corriente sin embargo, afirma que la gamification (de su equivalente anglosajona) funciona en tanto el entorno lúdico este en la capacidad de motivar a los a jugadores a continuar en el acto lúdico, ya sea tanto externamente (elementos específicos del entorno que generan interés) como internamente (como estos elementos externos generan automotivación). La motivación es determinada entonces por el grado de autoexpresión que el jugador sea capaz de ejercer sobre este entorno y como dichas actividades le generen autosatisfacción.
Insertar este tipo de elementos en actividades tan rutinarias, reiterativas, tediosas y monótonas como las que inundan en nuestro día a día parece un objetivo utópico, algunos incluso podrían decir: ¿jugar en el trabajo? imposible! No se trata de jugar en el trabajo sino de realizarlo jugando. Que el juego sirva de puente para facilitar el acceso al individuo a entornos soporíferos y letárgicos, elementos lúdicos bien aprovechados no solo sirven para satisfacer el ocio como dicen nuestros padres, también pueden fomentar la creatividad, la automotivación, potenciar las habilidades, la autodeterminacion, la confianza, la toma de decisiones, afinar la resolución de problemas y en definitiva sacar a relucir lo mejor de nosotros mismos. Todo esto por supuesto es un proyecto a futuro que apenas comenzamos a entender hoy en día, pero que a futuro estoy seguro que no lograremos como concebir como vivimos sin el.
Quizá no exista un mejor vídeo para ilustrar estas palabras que el siguiente cortesía de la iniciativa www.thefuntheory.com y recuerden, combatamos esa excesiva seriedad cotidiana, esto se trata de vivir jugando.