Entender el legado que Satoru Iwata deja a la industria del videojuego supone una tarea digna de visionarios. No es fácil percibir los acontecimientos en perspectiva cuando somos a la vez testigos-protagonistas, solía repetir insistentemente mi profesora de historia. Pero de lo que no queda lugar a dudas es que la industria pierde mientras que la historia gana. Se nos va un pilar fundamental para entender el videojuego en su concepción más moderna, se va un idealista, se va un innovador chapado a la antigua, se va un líder, se va en fin una parte de Nintendo.
Muchos poseen altaneramente títulos de dirigentes, pero muy pocos en realidad lo son. La humildad parece inversamente proporcional al éxito, solo casos verdaderamente excepcionales demuestran mesura en el ejercicio del poder. Admitir errores en público es una proeza fuera del alcance de muchos. Satoru Iwata pertenecía a esa exclusiva élite, aun revisando códigos desde el puesto de director de HAL Laboratory. Hiroshi Yamauchi tuvo que haber visto algo en él para romper la dinastía de su clan al frente de la compañía (tradición todavía muy arraigada en tierras orientales), quizá fue su vocación para dirigir, o su empeño por la innovación, tal vez habrá sido su disciplina por el esfuerzo, los logros alcanzados o simplemente la naturaleza de su persona, pero ciertamente vio algo y no se equivocó.
«Dokusou» ese «algo único» siempre enmarcado sobre su cabeza en sus Nintendo Direct determinaron una época. En 2004 aparece la pantalla táctil asociada a formas video-interactivas a través del emblemático Nintendo DS, si primer gran logro, fiel a su filosofía y directo a su objetivo: buscar nuevas formas de jugar para atraer nuevos acólitos, Iwata-senpai inicio el movimiento de democratizacion del videojuego gracias esta consola. Pero seria 3 años más tarde cuando se apuntaría el hito por el que sera recordado. Wii no solo fue mayor éxito comercial de la empresa sino toda una revolución a los parámetros de la industria. Esa presentación de los altos directivos de Nintendo jugando tennis mediante emulación de movimientos reales no podía ser mas intuitiva, el videojuego cambio para siempre a partir de ese momento: ya no era para unos pocos, era para todos.
Su gusto por conducir Nintendo Directs o Iwata Ask dice mucho de su rol como profesional. Emanaba calidez y cercanía. Dicen que uno de los fundamentos de la dirección es dar la cara con el ejemplo y justo a eso se dedicaba en ambas emisiones, con carisma y humor. Todo esto deja hace mella en la identidad empresarial, no lo olviden. Directivos ahorcados por opacas corbatas o encorsetados en estrictos protocolos nunca se prestarían a nada semejante. Su personalidad jamás se ahogó en las tormentosas exigencias de su puesto. No por nada fue tan querido tanto por profesionales como por aficionados. Cierto que no tuvo el mismo éxito en años recientes (labro similar no puede ocurrir tantas veces seguidas) pero continuo persiguiendo su visión tozudamente hasta el final (NX estará muy influenciada por su filosofía, que no les quede duda alguna). Seguramente ese «algo único» necesitaba una adecuación a los tiempos actuales que le había sido esquiva, pero la gallardía de seguir sus ideales hasta el final define a las grandes personalidades, quizá esa fue la razón su reelección en tiempos de crisis.
Me gusta la celebración del día de muertos mexicano porque representa otra manera de entender la muerte alejada del típico sufrimiento sofocante. Juguemos pues a nuestros títulos favoritos de Nintendo en honor a una persona que pasara a la historia principalmente por su filosofía creativa e inclusiva. Porque crear es siempre el camino más escabroso pero también el más satisfactorio.