A finales de 2008 Electronic Arts se apoderaba de la séptima generación de consolas con nuevas e interesantes propuestas, así como la consolidación de algunos proyectos previos. Durante ese periodo de tiempo vimos el debut de Dead Space y Rock Band, mientras que FIFA 09 se consagraba ante su acérrimo rival. Cada una de las series mencionadas tuvo una amplia participación con la editora en los siguientes años, y sin explicarnos la razón, solo una de sus nuevas IP se mantuvo en el olvido.
El primer Mirror’s Edge fue parte de aquel cierre de año protagonizado por EA, y a pesar de las buenas críticas y el apoyo de los jugadores, la compañía norteamericana decidió asignar a DICE a proyectos de mayor calibre y con ventas casi aseguradas. Ocho años tuvieron que pasar para tener de vuelta a Faith y recordar aquellos tiempos en que EA buscaba gobernar la industria con nuevas propuestas.
Run
Seguramente la primer gran duda alrededor de Catalyst tiene que ver con los conocimientos previos que tengamos de la primera parte. Por suerte, la secuela está tan enredada en su nuevo concepto narrativo que no hay que poner mucha atención a esos detalles; así como hay elementos que nos sugieren estar delante del primer título, hay otros que nos hacen pensar lo contrario y rumores que sugieren una especie de reboot.
Independientemente de lo anterior, la historia nos coloca ante una Faith recién liberada del reformatorio. Los primeros instantes del juego nos dejan ver que la rebeldía de nuestra protagonista no fue erradicada por sus custodios y en la primera oportunidad regresa al grupo de rebeldes contra el sistema llamado: The Runners. De ahí en adelante el juego enfoca su narrativa hacia Faith y aunque esto parezca normal, la realidad es que es un cambio interesante de la primera parte.
En 2008 el debut de la corredora no buscaba ganarse los premios a mejor historia o guion original, sino que usaba a dicho personaje como vehículo para que el jugador se sumergiera en el sistema de juego de Mirror’s Edge. Si bien existía un contexto sobre la rebelión de Faith y sus personajes de apoyo, la historia era un elemento que daba pie a saltar entre edificios y correr con vista subjetiva por mapas sumamente elaborados.
En Catalyst se siente una enorme carga en las acciones de Faith, sus decisiones y relaciones con los personajes que la acompañan. Si bien la idea no es del todo mala, la ejecución y la falta de emoción en la historia es lo que le resta puntos a la trama. Sin embargo, se agradece que el juego busque involucrarte con un personaje que refleja una personalidad interesante y que esperamos se pueda explotar de mejor manera en el futuro.
Cabe destacar que, si queremos entender mejor el punto de partida para la campaña, hay que leer los cómics publicados por Dark Horse bajo el título: Mirror’s Edge Exordium. Un total de seis números que nos detallan de mejor manera los sucesos previos a Catalyst.
Faith,
Ahora, al igual que la primera parte, el verdadero potencial de esta secuela/reboot/precuela se encuentra en su apartado jugable. En caso de no tener idea de a que te enfrentas, e incluso para refrescar la memoria, el título nos hace pasar por un extenso tutorial que abarca la primera hora y media de juego. Si bien podría parecer molesto de inicio, cuando logramos dominar el control y empezamos a disfrutar del parkour, agradecemos el tiempo que invertimos en nuestro aprendizaje.
Por un lado, Catalyst no es un juego de dificultad exagerada, pero se pueden llegar a complicar las cosas con el número de acciones que podemos realizar para salir delante de cualquier problema. Faith puede correr, saltar, agacharse, escalar e impulsarse a una increíble velocidad, lo que puede llegar a causar estragos a la hora de seguir la secuencia correcta en el control. Por otro lado, una vez dominado este apartado, seremos parte de una experiencia sumamente inmersiva que nos hace preguntarnos: ¿por qué sigo jugando y no salgo a practicar parkour a la calle?
Lo anterior se puede sentir con mayor fuerza cuando encontramos sentido al mundo abierto que presenta la obra. A diferencia de la primera parte, en la que todo era lineal, la secuela nos deja explorar Glass City a nuestro antojo, a pesar de las clásicas y tediosas misiones secundarias de mensajero o recolección, el hecho de poder transitar a voluntad y con los movimientos de Faith a nuestra disposición, hacen de cada trayecto algo diferente y emocionante.
Evidentemente la historia es la que siempre termina por invitarnos a realizar una u otra misión o a explorar el mundo por los personajes secundarios. “Lamentablemente” lo mencionado no aplica del todo en Catalyst, ya que desde el inicio queda claro que si vamos a finalizar la historia y/o a completar cualquier misión que se nos ponga en enfrente será por encontrar un nuevo camino para llegar de punto A al punto B o para superar nuestro récord anterior y subir en la clasificación en línea.
Tal y como EA lo ha hecho en otros juegos, Catalyst incluye la posibilidad de compartir al momento nuestros tiempos en carreras con jugadores de todo el mundo. El hecho de tener las tablas de puntos a nuestra disposición nos ayuda a ser más ambiciosos, impulsándonos a subir cada vez más en busca de hacer el mejor tiempo posible. Además, se incluye una opción para configurar nuestros propios trayectos y presentarlos como un reto para el mundo, y aunque las opciones y la comunidad no parecen las más interesantes, el agregado resulta bastante práctico y divertido.
En conjunto con la velocidad el juego ofrece una serie de elementos que complementan la aventura y jugabilidad. En primer lugar, tenemos el combate cuerpo a cuerpo, mismo que también forma parte del tutorial para iniciar el juego y que se apoya de la velocidad, la mayor parte del tiempo, para poder eliminar enemigos. Desde un salto que termine con una fuerte patada o golpear a dos enemigos al mismo tiempo con una patada a ras de suelo.
Cuando la velocidad se combina con el combate no hay nada de que quejarse. Pero cuando entramos a pelear a velocidad normal las acciones se ponen lentas, esquivar y lanzar golpes no son los puntos fuertes de Faith y la mecánica del control no ayuda mucho, por lo que se pierde la inercia de la carrera que teníamos y la emoción disminuye considerablemente. En casos como éste el programa ofrece una especie de estrategia que llega incluso a parecer un juego de sigilo, pero la ejecución falla de manera que luce aún menos atractiva que el combate mano a mano.
El último punto a destacar aquí es el sistema de progresión de personaje por medio de uno de los ya clásicos árboles de habilidades. Aquí tenemos tres opciones a mejorar: movimientos, combate y equipo, siendo la primera la más interesante y la que mayores efectos refleja a la hora poner a prueba nuestra agilidad en los edificios y cornisas de Glass City.
Lo anterior nos lleva a otro de los agregados del juego: el gancho. Dicho artefacto, que parece ganar popularidad en la industria, permite a Faith alcanzar lugares que parecen imposibles, aún para la enorme habilidad que tiene a la hora de saltar. El gancho nos lleva a sitios exclusivos para los poseedores de dicho gadget y permite la ejecución de movimientos más espectaculares, pero menos realistas que los saltos y piruetas que tenemos como plato fuerte.
Run
Mirror’s Edge Catalyst no es el máximo referente de las consolas actuales y mucho menos de PC, a pesar de ser la mejor versión, en cuanto a visuales se refiere. Sin embargo, el juego logra conectarnos de manera inmediata con una ciudad que parece inerte a lo que hacemos pero que está llena de detalles y lugares por descubrir. En el caso de los personajes hay dos cosas a mencionar: la protagonista y el elenco de personajes están sumamente bien detallados y no hay queja alguna. A diferencia de los soldados rivales que parecen tener cuerpo con texturas del primer Mirror’s Edge.
En el apartado sonoro también hay elementos a mencionar que nos hacen dividir opiniones. La música del juego no tiene queja, acorde al entorno futurista y la clandestinidad. De igual manera los efectos sonoros hacen que valga la pena tener un Xbox One o PS4. Lamentablemente el punto en contra se lo lleva el doblaje en español que viene por default; a pesar del buen recibimiento que han tenido en EA con los doblajes en Español Latino, Catalyst no alcanzo a tener ese lujo.
Probablemente Mirror’s Edge Catalyst no se perfile como el juego del año, pero si puede consagrarse como una de las experiencias de mundo abierto más atractivas de 2016. Y no precisamente por su enorme cantidad de actividades al estilo GTA, sino por ser un mundo que nadie debería perderse, que cualquiera gozará al descubrir y que –repito- nos hace preguntarnos, ¿por qué no estoy saltando por las azoteas de los vecinos?