Cuando los videojuegos se vuelven arte
Han pasado más de dos años desde que en E3 2015 Microsoft nos sorprendiera con una propuesta independiente. Dicho título resaltaba por su caricaturesco diseño inspirado en los dibujos animados de los años 20’s y 30’s. Desde aquel entonces Cuphead ha sufrido una serie de retrasos en pro de mejor sus estándares de calidad, así mismo tras algunos tropiezos que han golpeado a la compañía californiana, Cuphead ha terminado por convertirse en una de las apuestas fuertes para este 2017 y más aún en una de los pocos títulos exclusivos y nuevas IP que Xbox tiene para ofrecer.
Afortunadamente Cuphead cumple con creces esta dificilísima encomienda, entregándonos un juego con una mística única, lleno de diversión y dificultad, que sin lugar a dudas se quedara en nuestros corazones por muchos años.
Don’t deal with the devil
A pesar de que dentro de los juegos de plataforma en dos dimensiones de la vieja escuela el término de campaña, narración o historia pasara a un segundo plano, Cuphead opta por salir de una u otra forma de este paradigma y nos ofrece una agradable justificación de los sucesos que vemos dentro del título. A lo largo del juego tomaremos el control de dos carismáticas tazas (Cuphead y Mugman) quienes por algunas jugarretas sucias del destino terminan inmiscuidos como peones del diablo; ahora deberán enfrentar a varios villanos para así tener una oportunidad de recuperar su alma.
Aunque de primera instancia pareciera que nuestro arco argumental dentro de Cuphead pecara de simplón, es sumamente gratificante ver cómo se va desarrollando la historia mediante dibujos al más puro estilo de la primera mitad del siglo XX. Los diálogos entre personajes que nos acompañan dentro del mapa, hacen de esta narración, que si bien es cierto es sencilla, una experiencia llena de vida y color.
Run and Gun
No podemos dejar de tocar uno de los pilares que sostiene a los títulos en plataforma. Hablamos del gameplay, el modo en que este se va desarrollando a través del diseño de niveles, peleas contra jefes y algunos elementos de exploración. Cuphead no se aventura a explorar nuevos horizontes dentro de este género, caso contrario, sigue a la perfección esa fórmula que todos conocemos con la única excepción de que su jugabilidad está basada 100% en las boss fight.
Desde los primeros minutos atestiguaras como nivel tras nivel te dedicarás en tiempo y forma a combatir a los más de 15 jefes que hay dentro del título. Ojo, esto no quiere decir que no existan niveles plenamente de plataforma donde debamos avanzar en un plano de dos dimensiones esquivando enemigos, proyectiles y un sinfín de amenazas, no obstante estos niveles son pocos y cumplen con un objetivo muy particular: brindarnos monedas para así adquirir diversos objetos y así encontrar nuevas vías para acabar con estos jefes de nivel.
A simple vista la dinámica de Cuphead pudiera parecer simple… y de hecho lo es, pero lo que hace especial al gameplay de este juego es su dificultad, las batallas contra jefes y los paseos en las plataformas que se conviertes en zonas de prueba y error. Pasarás decenas de veces por los mismos lugares, enfrentándote a las mismas secuencias de ataques una y otra vez para así intentar aprender los patrones de ataque de los enemigos y de paso mejorar tus reflejos.
Y aunque pareciera que a la larga te sentirás frustrado por lo repetitivo de la mecánica, la realidad dista mucho de esto; el diseño de niveles, personajes, ataques, animaciones e inclusive la música que acompaña el ambiente, están construidos con tanta armonía, con tanta vida, que sencillamente estarás fascinado de tener que pasar por todas esas secuencias tantas veces como sea necesario.
El gameplay en términos generales se puede tachar de refinado, prácticamente todo el tiempo te sentirás cómodo con los controles y la dificultad que pese a ser todo un reto no llega a ser desesperante. Vaya, incluso en el modo cooperativo sufre un rebalanceo para dar oportunidad a ambos jugadores de disfrutar de una pelea más duradera y con una dificultad un poco mayor.
Uno de los pocos aspectos negativos que encontré en Cuphead es su duración, si bien es cierto que te tomará entre 6-10 hrs completarlo la primera vez, la realidad es que este tiempo se debe principalmente al hecho de tener que repetir constantemente cada nivel hasta poder superarlo, más que a una amplia variedad de niveles. De igual forma a la hora de elegir entre cierto tipo de habilidades, se nota claramente como algunas son de mayor utilidad que otras, ya que algunas ni si quiera las tomarás en cuenta, y lo que es peor, algunos tipos de disparo facilitarán en gran medida el enfrentamiento con cierto tipo de bosses.
Me habría encantado que Cuphead se tomará el tema de la dificultad con toda la seriedad del mundo, entiendo que era sumamente necesario ofrecer una experiencia gratificante para todos los jugadores, especialmente teniendo en cuenta que el target que se busca es un público más casual, pero quizá elevar una o dos rayitas la dificultad o limitar cierto tipo de características en los personajes habrían hecho de Cuphead un juego más retador y por consiguiente más duradero.
This is the old school
Su dirección artística y banda sonora son la joya de la corona de Cuphead, se nota de lejos el empeño, la dedicación y hasta el cariño que se puso a la hora de realizar el juego; queda más que justificado el motivo de los retrasos, pues es indudable el esfuerzo que debió acarrear toda esta obra artesanal.
En verdad no me cabe en la cabeza como los hermanos Chad y Jared Moldenhauer tuvieron la valentía de realizar cada asset del título a mano, es algo sencillamente impresionante, que deberá servir como ejemplo a seguir. Y qué decir de la banda sonora, otra muestra de cómo se deben hacer las cosas, las melodías merecen un reconocimiento por si solas, el trabajo de Kris Maddigan es sencillamente soberbio, logra de manera magistral darle vida a cada segundo… a cada instante que Cuphead nos ofrece.
It´s a Knockout
Cuphead es el vivo ejemplo de cuando un videojuego traspasa fronteras y se convierte en una obra de arte. Desde el diseño artesanal de cada asset del título y las magníficas melodías que emulan magistralmente el jazz de los 20’s y 30’s, hasta la magnífica y refinada jugabilidad.
Quizá Cuphead no sea el shoot ‘em up perfecto, puesto que hay algunos detalles menores que lo alejan en ese sentido de la perfección, pero si nos separamos un poco de los aspectos técnicos y nos ponemos la etiqueta de “exquisitos” en la parte artística, Cuphead es, sin lugar a dudas, un infaltable para todos los amantes de los videojuegos, la buena música y los dibujos animados.