En medio de las películas de superhéroes, las nuevas historias de una galaxia muy, muy lejana y las versiones animadas y live-action de los grandes clásicos, en Disney se han asomado por la cartelera propuestas que nos recuerdan las aventuras más tradicionales de la compañía, aunque envueltas en una complicada estructura narrativa que podría ser complicada de presentar con un simple tráiler antes de Black Panther.
A Wrinkle inTime es precisamente ese tipo de historia. Un cuento de hadas clásico, con una chica que desea emprender un viaje del héroe y un mundo en donde la maldad pura es el único enemigo. En esencia no debería haber ningún problema… hasta que te encuentras con la construcción de un escenario que más que cambiar de tiempo lo hace realidad y más que un viaje a través de hazañas asombrosas se vuelve una trama en favor del empoderamiento de la mujer.
Nosotros seguimos la historia de Meg Murry (Storm Reid) una chica superdotada que se enfrenta a los problemas del día a día en su escuela con la terrible noticia de que su padre (Chris Pine), un reconocido científico, desapareció en medio de uno de sus experimentos. Sin aceptar del todo su personalidad y apariencia física, la presión de sus profesores y un sentimiento de impotencia por la desaparición de su padre, el juicio de Meg se ha visto vulnerado, lo que la ha llevado a optar por la soledad como única “salida” de sus problemas.
En medio de esa disyuntiva su hermano Charce Wallace (Deric McCabe), quien también posee un genio sin igual y una curiosidad encantadora, le abre la puerta a la primera de tres señoras con la capacidad de viajar a través del espacio tiempo. Mrs. Which (Oprah Winfrey), Mrs. Whatsit (Reese Witherspoon) y Mrs. Who (Mindy Kaling), serán las guías para que este par de niños puedan encontrar el camino a la luz, no solo para su padre perdido en medio de la oscuridad, sino para todos aquellos que se sienten abrumados por la vida.
A partir de ese momento el viaje se vuelve el pretexto perfecto para una serie de efectos especiales únicos en la industria del cine. Paisajes llenos de vida que se combinan a la perfección con las fantasías a cargo de la directora Ava DuVernay y su equipo de producción. Cada elemento tiene un juego divertido con los singulares nombres que portan los entes de estas realidades como las señoras Which, Whatsit y Who o incluso It, que es como se le conoce a la entidad maligna. Esa dinámica nos sumerge en la intención abstracta de la historia, pero de igual forma nos saca de la jugada cuando nos perdemos en sus cambios.
En menos de una hora ocurre todo lo que debía pasar en la trama sin dejarnos avanzar en los personajes o en el escenario. La historia termina, el mundo encuentra su camino e incluso los desenlaces de cada uno de los involucrados se quedan como parte de nuestra imaginación. Si bien hay un par de momentos en donde nos invitan a poner atención para no perdernos, la conjetura final se establece por arte de magia, sin una explicación que nos haga sentir que el viaje valió completamente la pena.
Al final ese mensaje de superación a las adversidades y aceptación está presente de forma entrañable y fácil de captar, pero a su alrededor las secuencias van a donde quieren con el fin de que la película no pase las dos horas. Los huecos argumentales son muy evidentes y eso le resta fuerza a una historia que nos empuja a enfrentar los obstáculos de nuestra vida y no a ignorarlos. Ese es el único problema, le hizo falta media hora a A Wrinkle in Time para presentar su mensaje.
¿Entonces el mensaje vale por sí sola la película? Nuestra respuesta sería un rotundo sí. De la misma forma en que Tomorrowland nos invitaba a levantarnos del sillón para hacer del mañana un lugar mejor. Una moraleja sencilla, pero mal ejecutada que le costó mucho a Brad Bird hace unos cuantos años. A Wrinkle in Time se siente así. Como una película que no ha logrado despegar y guarda mucho dentro de esos momentos brillantes.