Avengers: Endgame y Joker. La primera está hecha para ser un madrazo en taquilla. La segunda está hecha para ganar premios. Si Endgame gana premios chingón. Si Joker rompe la taquilla chingón.
Ambas tienen su origen en los cómics… en las dos editoriales más importantes del mundo. La primera es una película de acción, llena de efectos especiales y estrellas de Hollywood; un blockbuster de verano (el más exitoso de toda la historia). La segunda es un drama, con un actor principal extraordinario, una trama con tintes políticos y sociales, pretensiones para la temporada de premios; una cinta “oscareable”. El origen de ambos proyectos surge de historias que tienen más de 50 años en papel y que en estos días han ganado una notoriedad importante por las cintas live-action que financiaron dos de los estudios más grandes del mundo: Disney y Warner Bros.
La naturaleza de ambos productos es… prácticamente idéntica, pero su empaque es bellamente distinto. Ambas serán parte del legado que 2019 le ha dejado a la cultura pop, junto a la muerte de José José, el último disco de Taylor Swift o el lanzamiento de Mario Kart Tour. No hay nada extraordinario en su concepción y el objetivo que tienen para sus casas productoras: hacer dinero… ¿hay un mensaje artístico en ambas? Perfecto, conseguimos un extra.
Joker es la urgencia de Warner y DC por ser diferentes, atrevidos y relevantes ante la abrumadora taquilla de Marvel Studios; pero su clasificación R se la deben al movimiento de Fox con Deadpool. Endgame es la culminación de 22 películas que surgieron de la necesidad de Marvel por hacer relevantes a sus personajes frente al brutal éxito de Batman y DC; Iron Man era el héroe más interesante de los pocos que le quedaban a la editorial tras vender sus licencias a Fox, Universal y Sony.
Su dirección las define
Endgame gira en torno a una conclusión, el final de un camino complicado, un cliffhanger devastador y un año de incertidumbre. Endgame siempre quiso ser un evento mundial. Disney deseaba ser el centro de atención. Y los fanáticos querían ver ganar a sus héroes. Avengers es complaciente, emocionante y fantástica. Avengers es un cómic clásico de Marvel llevado a la pantalla grande, con sus enormes huecos argumentales, una hermosa explosión de trajes de colores y one liners para llenar bios de Twitter.
Joker es una historia de origen. Un drama que sabemos en qué termina, pero que no deja de sorprendernos en ningún momento. Discreto y solemne, oscuro y pretencioso. Guasón es crítica, cruda e incómoda; la bastarda de Moore y Scorsese. Lo de Arthur Fleck no está pensado para todos, pues ni siquiera hay un juguete que comprar al salir del cine. Joker logra pasar algunas viñetas a la pantalla grande, pero sin el maquillaje y las referencias a los cómics sería igual de increíble (incluso más sorprendente).
¿Se vale compararlas? Claro. Son películas, inspiradas en cómics y estrenadas el mismo año. No es una competencia, pero es divertido. Juzgarlas de la misma forma es algo muy distinto y errado. Y compararlas a la fuerza solo para demeritar los logros de una en favor de otra es patético.
Claramente sus objetivos (como películas individuales) son extremadamente diferentes. De un blockbuster de verano a una película «oscareable» hay una gran diferencia… a menos de que seas Spielberg o Cameron. Y si Martin Scorsese tiene algo que decir, justo el fin de semana que se estrena su película, es porque forma parte de la promoción de la cinta y no los hace por una cuestión meramente artística. ¿Cómo le podrías decir a los hermanos Russo que su arte es menos arte que la de Todd Phillips?
Ambas películas forman parte de un «género» que lleva más de 10 años dominando la taquilla, a los fanáticos e incluso a la critica especializada. Los superhéroes son los westerns, las películas de acción o los slashers de nuestra época. Marvel y DC son la consagración de los marginados en la cultura pop y estamos perdiendo el tiempo con los fanboys.