¡Si no es realista no me gusta! gritan al unísono descomunales hordas de zombies vivientes, empeñados en defender un status quo que oprime brutalmente su pensamiento individual. Vivimos bajo el dominio del llamado efecto realidad, que cala hasta en la más minina producción artística en lo que va de siglo XXI. Tras el fin de la innumerable cantidad de guerras que nos azotó cruelmente durante todo el siglo XX, parece que ellas no solo exterminaron una gran cantidad de vidas y patrimonio material sino que también erradicaron de cuajo el gusto por la creatividad, los mitos, la fantasía, la magia, la ficción y la imaginación. Y cómo no, si la vida nos despertó con semejante bofetada de realidad.
Habiendo vivido las experiencias más crudas que la realidad puede ofrecernos, poco interés ha quedado en los imaginarios que se desliguen demasiado de ella. Toda producción artística contemporánea busca desesperadamente emular nuestra dura realidad, de una u otra forma. Muchas apelan a la ambientación moderna como cuna de sus desnutridos imaginarios. Ejemplos hay muchos: Harry Potter (nótese la disputa entre realidad/fantasía), Crepúsculo, Actividad Paranormal, Watchmen, Call of Duty: Modern Warfare, Arrow y quizá uno de los grandes impulsores del efecto realidad: La reciente trilogía cinematográfica de Batman. Toda esta nueva tendencia artística, ha tenido por supuesto su correspondiente y particular impacto en el mundo de los videojuegos.
Muy, pero muy lejos quedaron las ricas fantasías nacidas a lo largo de la tercera, cuarta y quinta generación de consolas, imaginarios imposibles llenos de criaturas antropomórficas interactuando con un universo que nada tenían que ver con el nuestro. Hoy relegadas a comidilla para la nostalgia, con aroma añejo, sólo disfrutables a través de reediciones digitales, sin cabida en el videojuego actual. Hablo de Mario por supuesto, de Sonic, de Zelda, de Mega Man, de Kirby, de Final Fantasy, Metroid, de Donkey Kong, de Star Fox, de Castlevania, de Bomberman, de Mortal Kombat de Banjo-Kazooie y de Conker.
Nuevamente factores como la debacle de la industria japonesa en los últimos años, el lógico repunte de la filosofía occidental del videojuego (mucho más materialista y por ende realista), la acelerada evolución tecnológica y el natural aspecto visual como punto de penetración en el paupérrimo juicio del consumidor, han dado como resultado la moda del fotorrealismo. Campa a sus anchas hoy en la producción videolúdica que no parece justificarse a si misma, sí no es bajo la construcción de un mundo convincente al usuario (sobre todo verosímil) construido con gran portento gráfico (que a la vez sirve para seducir la retina de aquellos que se la pasan contando cada píxel en pantalla), planteando una situación posible con lujo de detalles, una historia seria, dramática que generalmente conlleva a la destrucción de nuestra raza. Siempre con armas reales o muy parecidas para erradicar amenazas posibles. ¿Ejemplos? para regalar: Dead Space, Uncharted, The Last of Us, Batman Arkham, Resistance, Infamous, Heavy Rain, L.A. Noire, Beyond Two Souls, Metro, Alan Wake, Dead Rinsing, Dead Island, Left 4 Dead, Assasin’s Creed, The Walking Dead, ¿así está bien, o continúo?
El problema con el realismo exacerbado no es sólo que aporta muy poco a las posibilidades jugables, sino que más bien las limita debido a que obliga al videojuego a apegarse a un encuadre de verosimilitud que imposibilita la inserción de ideas verdaderamente creativas e innovadoras, pues no importa lo que se quiera implementar, ante todo debe verse (y jugarse) convincentemente. Solo Nintendo y algunos otros ejemplos puntuales se mantienen firmes como bastiones atemporales, todavía apostando por increíbles imaginarios, hoy pasados de moda y por ende, tildados de infantiles. No sé ustedes, apacibles lectores, pero yo estoy bastante saturado del fotorrealismo y la seriedad extrema. No vendría mal aflojarnos un poco la ajustada corbata racional y dejar de estar pensando/jugando siempre el mismo mundo ultra realista, ultra bélico, ultra formal y ultra violento.