Durante mucho tiempo, la posibilidad de un Assassin’s Creed en Japón hacía soñar a la comunidad gamer del mundo. Hoy, después de mucho tiempo de espera, Ubisoft cumplió esa promesa con Assassin’s Creed Shadows, el cual también tenía como objetivo arreglar todos los problemas señalados en Valhalla y Mirage. ¿Pero esta nueva entrega realmente cumple o llegó demasiado tarde?
Unificación
Sin duda una de las decisiones más llamativas y polémicas de Assassin’s Creed Shadows es la inclusión de los dos protagonistas Naoe y Yasuke. En primer lugar, porque esta es la primera vez desde Assassin’s Creed Syndicate que usamos a dos protagonistas que forman parte de la misma historia al mismo tiempo; y ese juego fue tan criticado que Ubisoft literalmente tuvo que reinventar la fórmula de la franquicia. Por otra parte, Yasuke es un personaje histórico real, pero que ha causado gran controversia en la comunidad. Que si un europeo de color no tendría nada que hacer en un juego en Japón, que si en realidad era escudero y no samurái, etc. La buena noticia es que, al final, considero que estas decisiones de Ubisoft logran jugar a favor y no en detrimento de Assassin’s Creed Shadows; aunque sí hay otros grandes problemas relacionados con la narrativa.

Assassin’s Creed Shadows se lleva a cabo en el Periodo Sengoku, a finales de los años 1500 en Japón. Era una época en la que la gran isla estaba fracturada, pues diferentes poblados tenían diferentes ideales y metas. Es, pues, el periodo en el que Nobunaga Oda tomó la decisión de unificar Japón bajo su bandera, a base de violencia en caso de ser necesario.
La historia comienza con Yasuke, que llega como un esclavo de sacerdotes portugueses cristianos, que solicitan ver a Oda para solicitar el tránsito libre por Japón. Ahí es cuando a Oda le llama la atención el color de piel de Yasuke, por lo que lo solicita como ofrenda para cumplir la petición. Eventualmente, Yasuke, con su habilidad de pelea y fuego interior, se convierte en uno de los jefes de guerra de Oda.

Por otra parte, Naoe es la hija del jefe de un pequeño pueblo, que poco a poco comienza a convertirse en una shinobi con grandes habilidades de pelea y sigilo, a pesar de su juventud. La intersección de los personajes llega en el momento en el que Oda decide atacar el pueblo de Naoe, para unirlo a su reinado, con tremendo éxito.
El primer problema de Assassin’s Creed Shadows tiene que ver con el ritmo de la introducción. Después de escenas iniciales de acción con ambos personajes, pasamos a controlar a Naoe por 10 horas, en una especie de tutorial con exploración y acción básicas y recuerdos aún más limitados en estos aspectos. Obviamente el objetivo es mostrarnos el cómo llegamos a ese inicio climático, pero realmente lo único que sucede es que esa primera porción del juego se siente lenta, innecesaria y en ocasiones hasta aburrida.

Una vez que Naoe y Yasuke se conocen después de ese clímax inicial, uno pensaría que hay un enfrentamiento físico o al menos ideológico. Después de todo, Yasuke participó directamente en la destrucción del pueblo de Naoe, al lado de Oda. Sin embargo, este conflicto es prácticamente inexistente, y muy pronto ambos se vuelven amistosos aliados, como si no hubiera pasado nada. Lo que los une es la búsqueda de información sobre la hoja oculta de los asesinos, ya que ambos tienen conexión con ella por diferentes razones. Sin embargo, este tema tampoco se explora tanto, más que durante el trecho final del juego, debido a la manera en la que está estructurado.
Como personajes, Naoe y Yasuke también están muy lejos del carisma de otros héroes de la franquicia, como Ezio, Edward o Arno. Los nuevos protagonistas no tienen nada malo en particular; a veces se ríen, a veces lloran; y a veces pelean; simplemente son algo sosos, algo que puede ser atribuido al guión. En cuanto a interpretaciones, Yasuke es mejor y más carismático que Naoe, pero realmente no es nada estelar. Y en cuanto a personajes secundarios, realmente no hay nadie que sobresalga. Y sí, de nuevo esto es por culpa de la estructura.

Verás, cuando terminas el primer acto de Assassin’s Creed Shadows, el juego se abre totalmente y te deja a tus anchas. Y no solo me refiero a libertad de exploración en el mundo abierto, sino también a libertad de exploración narrativa. Una vez que Naoe y Yasuke inician su alianza, se abre un menú de objetivos, que básicamente te indica lugares a donde ir para encontrar gente importante que por una u otra razón debes asesinar. Estos objetivos pueden estar relacionados con el hilo narrativo principal de Naoe, Yasuke, personajes secundarios de cada región o incluso el hilo narrativo de los asesinos. El problema es que los objetivos pueden encontrarse y cumplirse en un orden relativamente libre. Por consiguiente, no puede haber una línea narrativa definida, porque el juego debe considerar las variantes que cada jugador tome al decidir cuáles objetivos cumplir primero o después.
Algunos jugadores asesinarán primero a algunos objetivos, lo que les permitirá conocer a ciertos aliados o avanzar ciertas narrativas primero que otras, por lo que en teoría cada jugador está experimentando la historia de manera diferente. Y aunque en el papel esto suena interesante, el resultado es una historia inconexa en la que las cosas solamente pasan porque sí, en lugar de ir generando un hilo narrativo con un inicio, un clímax y un final que van creciendo poco a poco para tener un desenlace satisfactorio. Y por supuesto, esto evidentemente también afecta a los villanos y los aliados: no conoces a nadie porque la historia te va llevando, sino porque leíste su nombre en un menú y decidiste ir por él. Prácticamente no hay apego emocional a ningún personaje pues casi todos entran y salen de escena muy rápido.

Narrativamente, Assassin’s Creed Shadows es bastante decepcionante, pues ni los personajes, ni la historia ni la estructura narrativa son realmente interesantes o cautivadores.
Belleza en lo natural
Si hay algo que siempre hemos podido alabarle a Ubisoft es la calidad minuciosa con la que desarrollan y detallan sus mundos; y Assassin’s Creed Shadows no es la excepción. Este Japón es hermoso de cabo a rabo, desde sus grandes bosques y ríos hasta sus enormes pueblos o ciudades llenos de gente haciendo sus actividades. Y la belleza se multiplica, considerando los ciclos de día y noche y, por primera vez en la franquicia, la adición de estaciones del año. Cada cierto tiempo de juego, una notificación indicará un cambio de estación, que cambia totalmente el panorama. Primavera y verano son muy verdes y brillantes, claro, pero otoño pinta todo de naranja e invierno cubre todo en una densa capa de nieve. Redescubrir cada región según la estación del año es un verdadero deleite, por decir lo menos. Una pequeña queja en este sentido es que el cambio de estaciones no tiene un impacto real en la jugabilidad, más allá de que los personajes son ligeramente más lentos en la nieve. Creo que esta rotación constante en el terreno podría haber ofrecido grandes oportunidades para modificar la manera en que jugamos, pero lamentablemente esto casi no sucede.

Un detalle a mencionar es una diferencia notable con Ghost of Tsushima, en cuanto al aspecto visual. El juego de Sucker Punch utiliza colores pasteles y muy brillantes todo el tiempo para dotar de belleza cada minuto: desde flores amarillas guiando tu paso, hasta cerezos rosas adornando los campos de batalla. Por otra parte, Assassin’s Creed Shadows es una belleza más más terrenal; con colores más terrosos y oscuros, que retratan el Japón rural de los 1500. En resumen, aquí, no esperes ver colores tan contrastantes. Sigue habiendo belleza en el paisaje, claro, pero es una belleza menos etérea, más realista.
En cuanto a cinemáticas y animaciones faciales, la cosa es un poco más mixta. Sin duda, Assassin’s Creed Shadows tiene algunas de las cinemáticas o animaciones faciales más realistas que he visto en los últimos tiempos; pero también tiene otras que están mal logradas y se ven bastante mal. Y el problema es que están mezcladas; a veces te tocan unas y a veces te tocan otras sin importar en qué punto del juego estés. Ignoro por qué hay tanta diferencia entre algunas cinemáticas y otras, pero el resultado es que parece un producto al que le faltó algo de tiempo para pulirse a fondo.

La excelente noticia es que no hay bugs ni problemas de rendimiento notables, algo que es de aplaudir considerando el historial reciente de Ubisoft. A lo largo de mi partida no sufrí crasheos, ni bugs visuales o auditivos, algo bastante difícil en un mundo de juego abierto tan expansivo. De igual manera, el rendimiento es totalmente estable en los modos de 30, 40 o 60 cuadros por segundo, con pocas o ninguna caída notable.
Conociendo Japón
En cuanto a exploración, Assassin’s Creed Shadows intenta hacer algunas cosas diferentes a lo que nos tiene acostumbrados, pero solo tiene éxito en algunas de estas ideas. Un primer acierto es que al explorar el mundo o escalar atalayas, el mapa solamente te marca los puntos de interés, pero no te dice explícitamente que son hasta que los visitas. De esta manera, se mantiene un poco más el misterio y se incentiva la idea de explorar el mundo para conocerlo, en lugar de solo marcar cosas en un mapa y moverte con viaje rápido.

De hecho, esta exploración está impulsada desde el mismo menú de objetivos. En lugar de que el menú te diga explícitamente dónde está cada persona que debes cazar, solo te da algunas pistas generales sobre su posible ubicación. Así que debes ir personalmente a cada punto de interés por la zona e investigar para ver si ahí está el objetivo, o si es una actividad secundaria.
Lamentablemente, la microexploración no está tan bien pensada. En muchas de las actividades secundarias, el juego te pide que encuentres pergaminos, santuarios, animales u otras cosas, en un espacio relativamente grande. Pues como todo está tan detallado, no hay manera orgánica de encontrar eso que se te pide. La «solución» es ofrecer una especie de visión de rayos X que te señala objetos de interés cercanos al presionar un botón en el control. Por lo tanto, en vez de llegar a un lugar y tratar de conocerlo o encontrar cosas orgánicamente, es mucho más probable que solo presiones ese botón cada 30 segundos para encontrar lo que buscas, en lugar de tratar de encontrarlo de manera natural.
Hablando de las actividades secundarias, nuevamente creo que el resultado es mixto. Para empezar creo que no hay una gran variedad. Algunas, como encontrar los pergaminos o los santuarios en una zona, o acercarte a animales lentamente para pintarlos, son poco estimulantes. Otras, como fortalezas enemigos o pistas de tiro al arco con objetivo está bien, aunque no es nada que no hayas visto antes. Finalmente, hay algunas bastante interesantes, como mazmorras o retos de plataformeo y meditación, que son muy entretenidas, pero son las menos. Al menos, algunas de estas actividades ofrecen recompensas muy útiles, como materiales, dinero o hasta armas y equipo únicos.

El último aspecto de la jugabilidad que falta por mencionar, fuera del combate del que hablaré al final, es la construcción de tu base de operaciones. Esa mecánica que fue tan divertida en Assassin’s Creed 3 regresa y representa una actividad bastante entretenida para ir realizando en el fondo mientras avanzas la historia. Una vez que formas tu alianza desbloqueas la base, la cual te permite ir construyendo y mejorando diferentes edificios a medida que recolectas materiales en el mundo.
Estos edificios ofrecen diferentes ventajas y mejoras, desde un herrero que mejora tu equipo y tus armas, hasta establos que mejoran tus caballos o un espacio comunitario que te permite llamar aliados en combate. Cada mejora de cada edificio es útil a su manera y tiene una injerencia directa en la jugabilidad, por lo que siempre vale la pena estar en búsqueda de materiales. Si a eso le sumamos el hecho de que literalmente vas viendo cómo tu base de operaciones poco a poco, ya que regresas constantemente a ella, el resultado es una sensación de progreso muy gratificante.

Sombras y acero
Finalmente, llegamos al combate. Y como el resto de esta reseña, esta porción tiene partes buenas y partes malas. Primero, lo bueno: la jugabilidad con Naoe es netamente entretenida. Como toda una shinobi, ella busca atacar desde las sombras y con sigilo. Tiene una gran variedad de armas y herramientas a su disposición, desde tubos de bambú para respirar bajo el agua hasta espadas cortas, katanas, shurikens o bombas de humo. Es ágil, puede echarse pecho tierra y hasta tiene un gancho para colgarse y escalar rápidamente. Ella es la personificación del asesino perfecto que Ubisoft ha estado refinando por 15 años, con un conjunto de movimientos y habilidades envidiable. Si siempre te ha gustado el juego sigiloso, Naoe te ofrecerá una gran experiencia.

Del otro lado está Yasuke. El es un samurái, por lo que porta una armadura pesada, siempre ataca de frente y es muy ruidoso. Si Naoe representa la fantasía del asesino sigiloso, Yasuke representa la fantasía del poder. Él es un toro: puede sacar volando enemigos de una patada, romper puertas al acelerar o cortar cabezas de un tajo y apenas y lo mueven los ataques más fuertes. Sin duda, Yasuke se siente muy poderoso, pero tiene muchísimas desventajas que son antitéticas respecto a la fórmula de la franquicia. El sigilo es prácticamente imposible, pues cada asesinato es muy ruidoso y alerta a los demás enemigos. Escalar paredes ligeramente altas no es posible, porque no tienes mucha elasticidad. Hasta caminar por cuerdas es imposible porque literalmente se rompen. Si Naoe se siente ágil, Yasuke se siente lento y torpe.
Entiendo que con Assassin’s Creed Shadows, Ubisoft quería experimentar y ofrecer dos tipos de jugabilidad totalmente distintos. Sin embargo, creo que el resultado es muy disparejo. Mientras que Naoe tiene muchísimas herramientas y mecánicas disponibles, Yasuke solamente es brutal por el simple hecho de serlo. Y aunque esa brutalidad es vistosa, rápido pierde su encanto.

Hablando de brutalidad, el combate en sí está bien, pero no es nada especial. Básicamente, a tu disposición tienes un ataque débil, un ataque fuerte, la posibilidad de esquivar, y la posibilidad de hacer un rechace (parry). El objetivo es hacer combos con los tipos de ataques y esquivar o hacer parry en el momento exacto para poner al oponente en un estado vulnerable y poder hacer mucho daño y romper su defensa o escudo. Además, puedes ir desbloqueando habilidades extremadamente vistosas que te permiten hacer rápidamente mucho daño en batalla.
El problema, por supuesto, es que el combate no requiere mucho de ti. No hay posturas como en Ghost of Tsushima, que requieran que cambies tu modo de pelear; ni tampoco gran variedad de enemigos con patrones de ataques diferentes. Al igual que en los antiguos juegos de Assassin’s Creed, el combate se reduce a saber cuándo esquivar o hacer parry en el momento justo, y combinarlo con tus habilidades para hacer mucho daño. Es vistoso, pero no tan entretenido. Al menos, tengo que aceptar que la inclusión de los asesinatos brutales y el desmembramiento le añaden un toque verdaderamente crudo al combate. Sin duda, un punto a favor.

El credo
Calificar un juego de Assassin’s Creed es algo difícil. Al igual que Pokémon, es una franquicia cuya fórmula está más que probada: por más defectos que tenga, siempre te va a ofrecer cierto grado de diversión con el que muchos otros juegos sueñan. El detalle aquí es que Assassin’s Creed Shadows es la nueva gran entrega de la franquicia, para la cual tuvimos que esperar 5 largos años. Y la realidad es que no revoluciona ni mejora la franquicia en gran medida. Es la franquicia que ya conoces, pero con una capa de pintura muy hermosa y algunas mejoras en la jugabilidad.

Si eres fanático de Japón, te enamorarás de esta rendición, al menos audiovisualmente hablando. El combate te mantiene involucrado y es bastante vistoso, y ha habido cambios y adiciones interesantes, como la nueva base de operaciones, un árbol de habilidades realmente útil o armas y equipo que realmente cambian tu enfoque. Lamentablemente, la narrativa y los personajes dejan mucho que desear.
Assassin’s Creed Shadows es a fin de cuentas un juego divertido, que te ofrece decenas de horas de diversión y una experiencia mejor y más concisa que Assassin’s Creed Valhalla. Sin embargo, después de un lustro de espera, esperaba algo más.

Pros:
+ Hermosa y muy detallada del Japón feudal
+ Naoe es la asesina más completa y ágil de la historia de la franquicia
+ Buenos intentos de cambiar la fórmula establecida: macroexploración, base de operaciones, etc.
Contras:
– Historia y personajes perjudicados por la estructura narrativa basada en objetivos
– El combate es sencillo y poco estimulante














