1984 es una popular novela de George Orwell que refleja una sociedad distópica en que el todo se encuentra bajo el control totalitario del estado. Una realidad donde la privacidad es inexistente y donde todos están bajo la constante vigilancia gubernamental. Beholder es un juego que toca estos temas sociopolíticos, pero no desde la parte del ciudadano oprimido, sino desde el aparato opresor.
En este título tomamos el control de Carl, el nuevo casero de un edificio de departamentos. El casero anterior no cumplió las directrices que ordenó el Ministerio, por lo que fue brutalmente golpeado por las autoridades y llevado a una ubicación desconocida, donde tendrá un destino nada agradable. Carl llega a asumir el puesto, cuya función será asegurar que todos los inquilinos se porten bien y no se atrevan a romper ninguna de las reglas. Ni Carl ni su familia están seguros de la calidad ética de este nuevo trabajo, pero la paga es buena y hay cuentas que pagar. Beholder es un juego de estrategia estilo Papers, Please, en el que tendrás que gestionar tus recursos para mantener «bien» a tu familia, al mismo tiempo que los utilizas para cumplir las órdenes de tus superiores.
Un diseño de arte que ejemplifica a la perfección la triste realidad
Todo en Beholder te recuerda que la existencia en el país es todo menos agradable. El juego se desarrolla en un sencillo complejo a medio iluminar, en franco mal estado, con una ciudad oscura de fondo y un cielo siempre gris. Todos los personajes son simples sombras negras (aunque afortunadamente con suficientes características únicas para saber diferenciarlos). La música siempre tiene un tono tétrico/inquietante, que no hace sino añadir tensión al tiempo de la partida. En fin, el equipo desarrollador logró de manera correcta crear una atmósfera que te mantienen un estado de tensión constante que se agradece (en sentido figurado), pues la experiencia es mucho más poderosa.
Por otra parte, los diálogos también cumplen bien la tarea. No esperes encontrarte el mejor guión de la historia de los videojuegos (de hecho hay algunas pláticas tontas, superfluas, o ridículas), pero en general, también se logró transmitir de buena manera lo que sentiría un ciudadano promedio bajo un régimen totalitario. Definitivamente escuchar a tu hija pidiendo que dejes tu horrible trabajo, o que un vecino te ruegue para que lo ayudes a escapar del país, son momentos impactantes que contrasta con la necesidad de proveer a tu familia. Angustia pura.
Cumplir o morir
Al principio, las órdenes del Ministerio son sencillas: compra un par de cámaras, espía a este inquilino y reporta cuando haga algo ilegal. Sin embargo, conforme van pasando los días, cada vez empiezas a tener más y más tareas. Debes cumplir las órdenes de tus superiores, cuidar que tu hijo vaya a la escuela, atender los desperfectos de la casa y el edificio y ayudar a los demás inquilinos en lo que necesiten. Tomando en cuenta que tu capital es limitado y que todas las tareas tienen un límite de tiempo para cumplirse, las cosas se complican. ¿Utilizarás los últimos dólares para pagar los libros de tu hijo, pagar la medicina de tu hija o para comprar el equipo necesario para espiar al nuevo residente?
Si todo esto te parece poco, cada día el Ministerio decreta nuevas leyes que complican aún más tu trabajo. Que si es ilegal escuchar música, que no se puede llorar o que está prohibido reunirse en grupos grandes. Pronto deberás de tener vigilancia total en toda la residencia, para asegurarte que nadie haga algo ilegal. Porque si no cumples, te pasa lo que al casero anterior, y juego terminado.
El juego de lo moralmente ambiguo
Un aspecto muy interesante de Beholder es que, por una vez, no jugamos el papel de héroe, pero tampoco exactamente el de villano. Simplemente somos un servidor público que hace lo necesario para mantener a su familia a flote. Durante la duración de la partida, muchas veces te encontrarás con escenarios de «no quiero, pero debo hacerlo». Tu familia se queja de tu horrible trabajo, los vecinos desconfían de ti, y aunque no quieras, debes de reportar hasta el más mínimo indicio de que alguien está rompiendo las reglas. Incluso si algún vecino tuyo te ayudó, la represalia de su esposa no se compara con lo que te espera si el Ministerio se entera que no estás reportando todo lo que ves. Así, el juego te mantiene en una tensión constante, en la que deberás decidir qué es lo mejor para lograr cumplir tus órdenes y no sentir que eres una porquería de persona.
Cada decisión tiene sus consecuencias
Afortunadamente, gracias a su naturaleza de libre albedrío, cada una de las decisiones que tomes en Beholder abren posibilidades y escenarios completamente diferentes. Por ejemplo, en una ocasión un vecino te pide que le consigas una novia. Si después la espías y descubres que no es quien dice ser y se lo comentas a él, naturalmente se enojará contigo y te dejará de hablar. El problema es que poco tiempo después tu hija se enferma, y debido a que las medicinas son muy caras, el vecino es el único que puede atenderla. ¿Qué decides? ¿Regresar y mejor no decirle nada, plantarle drogas en su departamento para después reportarlo al Ministerio o chantajearlo por dinero? Pero si te deshaces de él entonces un inquilino nuevo llegará al edificio, pero si no lo haces tu hija morirá… entiendes la jugada. Beholder ofrece varias maneras de resolver las problemáticas que se te presenten, y cada decisión que tomes, efectivamente, afecta el resto de tu partida. Además, debido a la gran cantidad de escenarios posibles, el juego tiene varios finales posibles.
Quizá un problema de Beholder es que no ofrece tanta rejugabilidad. Sí, la cantidad de escenarios es grande, pero el curso de los acontecimientos es uniforme y siempre igual, por lo que una vez que ya te has aprendido el camino a seguir, no es necesario explorar otras posibilidades. Quizá puedes jugar un poco probando con los diferentes destinos que puede tener tu familia o los inquilinos, pero una vez acabado, el título ya no te dará mucho más.
Si te gusta la angustia, este juego es para ti
Tal vez Beholder no te ponga tanta presión al estilo Papers, Please, pues de alguna manera tú controlas cuántas tareas quieres tener activas. Sin embargo, no creas que es un juego fácil, muchas veces necesitarás conseguir algo de alguien (ya sea dinero o algún objeto) para poder cumplir otro encargo. En general, es una experiencia única que te permite explorar las cosas desde una perspectiva diferente, y que de alguna manera requiere habilidad para gestionar recursos y trabajar a contrarreloj. Carl no es bueno ni malo, solamente quiere que su familia se mantenga a salvo bajo una época terrible; y los chicos de Warm Lamp Games hicieron un excelente trabajo creando una atmósfera y un gameplay que realmente te hacen dudar de tus principios y calidad moral.