A pesar de que los 35 años de Pac-Man en el mundo de los videojuegos parecen pasar desapercibidos, en Bandai Namco no dejan que el simpático “traga puntos” se quede fuera de nuestras memorias y consolas. Lanzado el año pasado para dispositivos móviles, Pac Man 256 aterriza en Xbox One y PlayStation 4 para volvernos locos ante la enorme e insaciable adicción que genera el juego de arcade por excelencia.
255 + 1
Como es costumbre, la nueva entrega de Pac-Man no tiene una historia detrás de su gameplay para hacernos afrontar a los malvados fantasmas y comer bolitas blancas durante horas. Sin embargo, la historia detrás del nombre del juego podría ser suficiente para mantenernos interesados en la obra.
En la máquina original de Pac-Man el jugador podía recorrer, sin ningún tipo de inconveniente, un total de 255 laberintos idénticos, con diferentes niveles de dificultad, pero iguales al final del día. Al rebasar el número 255 el programa entraba en un error causado por la cantidad de datos que podía almacenar un byte (255 como máximo), dando como resultado una pantalla dividida en dos: la primera con el clásico laberinto con puntos, y la segunda con números y letras de colores que no dejaban continuar la partida.
El famoso “Nivel 256” no es una leyenda urbana, sino una meta para los jugadores y un gag común en los fanáticos de los videojuegos. Aprovechando la popularidad del error y con un poco de ganas por cambiar un clásico, es lanzado Pac-Man 256, título que como principal primicia nos presenta un laberinto infinito en el que tenemos dos formas de perecer: atacados por un fantasma o aniquilados por el error 256.
Desde un inicio te podrás dar cuenta que estás ante un nivel común de Pac-Man, solo que visto desde arriba, con un poco de gráficos en 3D mezclados con las clásicas apariencias de 1980. Nuestro deber, como es costumbre, es guiar a “Paquito” por el escenario para recolectar bolas de luz blanca, frutas y generar la mayor cantidad de puntos posibles. Lo anterior, como puedes darte cuenta, es básicamente lo mismo que has jugado toda tu vida y, teniendo en cuenta eso mismo, podemos entender a Pac-Man 256 como una especie de meta-juego lanzado de manera individual.
Fuera de los elementos clásicos, el título agrega una serie de power-ups que nos ayudan a realizar nuestra recolección de puntos de manera más sencilla. Además de la siempre confiable esfera gigante que hace a los fantasmas vulnerables, en 256 tenemos la posibilidad de encontrar: bombas, tornados, rayos láser, cubos de hielo y algunos otros artefactos que convierten a nuestro protagonista en un verdadero guerrero pixeleado.
Para que se den una idea de los nuevos ataques: al tener la bomba debemos chocar con un fantasma y las víctimas serán tantas como alcance nuestro rango de explosión, los tornados se activan cuando los encontremos y perseguirán algunos fantasmas en el escenario y el rayo láser saldrá de Pac-Man arrasando con todo aquel que se le ponga enfrente. Cada uno de estos power-ups puede ser mejorado a lo largo del juego con las moneadas encontradas en la partida.
Dichas monedas se obtienen dependiendo de nuestra puntuación, por lograr algunos objetivos como una racha de puntos o la eliminación de varios fantasmas y consiguiendo monedas aleatorias por el escenario. Después de perder regresaremos a la pantalla principal y ahí podremos mejorar cada arma para aumentar su rango de efectividad, potencia o duración. A diferencia de la versión en móviles, aquí no necesitas dinero real para conseguir mejoras, todo depende de tus habilidades y dedicación al juego.
El último punto a tratar en 256 tiene que ver con sus escenarios. En primer lugar, y como ya mencioné, el nivel es infinito y entre más subamos (todo va cuesta arriba) mayor será la dificultad que enfrentemos. Por otro lado, podemos hacer más amena nuestra experiencia cambiando el escenario clásico por otro con elementos en 3D totales, el clásico de los 80’s, una oficina para los godínez o el homenaje a Crossy Road. Solo cambia el escenario, pero es un bonito detalle.
Antes de escribir la reseña y de enterarme que el juego es originario de dispositivos móviles, pensé que sería una increíble opción para smartphones y tablets, sin embargo, la experiencia de este juego no se pierde al trasladarse a consolas y se agradece la eliminación del sistema free-to-play. Definitivamente es una gran opción para aquellos que busquen relajarse de juegos como Dark Souls o incluso Overwatch y pasar un rato que no nos generará más que diversión en su sentido simple y encantador.