Cuando apareció por primera vez durante 1989 en la Commodore Amiga, Shadow of the Beast se convirtió inmediatamente en uno de los imprescindibles de la consola, gracias a su desenfrenada acción y poder que manifestaba su protagonista mientras nos desplazábamos a través de un mundo decadente y sombrío. Ahora, casi treinta años después, la bestia Aarbron aterriza en PlayStation 4 para maximizar lo visto en la entrega original mientras consigue nuevos adeptos a la marca sin descuidar a los veteranos.
El estudio Heavy Spectrum ha sido el encargado de traer de vuelta este olvidado clásico, prometiendo no sólo mantener la esencia pura de la saga, sino un acabado gráfico a la altura de la presente generación, jugabilidad endiablada y toda la crudeza que nos acostumbró Aarbron en su momento. Sin embargo, estamos ante una propuesta llena de buenas ideas pero erráticas ejecuciones.
La masacre de la bestia
Cuando nos sumergimos en el mundo de Shadow of the Beast, se nos presenta un mundo muy parecido a la Tierra, habitado por seres similares a los humanos, el cual está siendo invadido por una siniestra especie alienígena. Para facilitar el sometimiento de los habitantes, estos extraterrestres poseen como esclavos a criaturas temibles de aspecto temible que utilizan como herramienta de destrucción masiva gracias a su ferocidad y demencial fuerza. Una de estas bestias es nuestro protagonista, Aarbron.
El personaje principal avanza a través de distintos escenarios aniquilando a todo lo que se pone frente a él, hasta que en cierto punto, tras exterminar a una familia entera, recibe una visión en la que se le muestra un breve fragmento sobre lo que parece ser una vida anterior a la que ahora tiene. De esta manera, alimentado por su hambre de respuestas, logra escapar al demonio de su alienígena captor y comienza un viaje donde se enfrentará contra todo y todos con tal de descubrir la verdad detrás de la visión que recibió. Y ello conllevará mucha sangre, terror y muerte.
Con este muy interesante emprendemos Shadow of the Beast, el cual resulta ser una breve travesía de poco más de dos horas de duración en donde la violencia empleada por Aarbron es el elemento más impresionante de la obra, llevando a cabo asesinatos que lucen francamente espectaculares gracias al hardware de PS4. El relato está cargado de misterio y donde las batallas contra los jefes de cada nivel se convierten en los segmentos más memorables de la aventura, incluso hay ocasiones en las que deberemos tomar decisiones por lo que el peso de nuestros actos, sin llegar a lo visto en Mass Efefct por ejemplo, podría causarnos cierto arrepentimiento y vacío tras experimentar las consecuencias.
Desgraciadamente, no podemos decir que el modo historia resulta un verdadero gozo. El problema no es el guion, sino la jugabilidad. Como mencionaba en párrafos anteriores, la fuerza de Aarbron es una de las características fundamentales del personaje permitiéndole incluso vencer enemigos de un solo golpe. Por este motivo, Un 90% del juego, el otro diez por ciento está reservado a los enfrentamientos contra jefes, se trata simplemente de dar botonazos en la pantalla, condenando al título a un sistema de control aburrido y repetitivo, que además de todo no está muy bien pulido. Persisten escenas donde la pantalla se llena de enemigos, y lo cual debería ser un espectáculo visual y jugable, se transforma en una tortura para el jugador al no poder ejecutar los movimientos del protagonista correctamente, ocasionándole que sea golpeado un sinnúmero de veces o, peor aún, la muerte.
Moverte a través del mapa es de lo más sencillo del mundo, bastando con ir de izquierda a derecha, o utilizando las paredes para llevar a cabo saltos. Gracias a la velocidad del personaje, este ejercicio es muy fluido e ir de un sitio a otro requiere pocos segundos, por lo que estarás en combate constantemente. El mayor pecado, está a la hora de golpear, bloquear y contraatacar, el pilar principal del que debería sostenerse toda la obra, está roto.
Hablar de la dificultad, por su parte, resulta en un tema de lo más controvertido. Pues aunque a mayoría de los combates contra enemigos son simples, rozando lo simplón, los combates contra jefes son desafiantes y demandarán gran destreza de nuestra parte para salir victorioso. El mismo sentimiento está presente cuando peleamos contra los enemigos ‘menores’ cuando estos se presentan en un grupo numeroso, aunque gran parte de la dificultad es potenciada por la propia nefasta jugabilidad. No sabría decir si Shadow of the Beast es difícil por su desafiante I.A. o por el fallido sistema de control.
Un gran espectáculo de violencia gráfica
Además de los movimientos básicos del personaje, Aarbron es capaz de realizar movimientos especiales que nos permitirán eliminar a varios enemigos de forma mucho más rápida y, por supuesto, espectacular. Desgraciadamente, sólo tenemos dos a nuestra disposición.
Ambas técnicas se basan en utilizar nuestro medidor de Furia, el cual se irá llenando mientras continuemos eliminando enemigos, por lo que mientras más mates, mejor. El primer ataque especial consiste en activar una secuencia de quick-time-event en donde deberemos presionar el botón ‘cuadro’ al mismo de la dirección en donde se desee atacar para que la bestia aniquile a su adversario. Aunque, de nueva cuenta, se siente como una mecánica carente de novedad y muy complicada de realizar. Debido a la pobreza del control e increíble tardanza de respuesta de estos, es poco probable que lleves a cabo un combo correctamente como para borrar a todos los enemigos que te rodean, además de que la animación de Aarbron realizando esta ejecución siempre es la misma, por lo que se extraña un poco más de inspiración por parte de sus creadores.
Y finalmente, la otra técnica, esta sí que es mortal para todo lo que se mueva en pantalla. Basta con acceder a ella para que nuestro protagonista asesine a todo lo que tenga en frente, atrás, arriba y abajo. Este movimiento será de mucha ayuda en los combates más duros, sobre todo en la recta final del juego. A diferencia del primer movimiento, para utilizar esta maniobra hará falta recolectar distintos orbes de luz esparcidos por todo el mundo de Shadow of the Bast, por lo que habrá que ser muy cuidadoso cuándo utilizarla.
En cuanto al apartado tanto visual como sonoro, la obra de Heavy Spectrum presenta un nivel más que convincente. Tanto la bestia, como los enemigos, lucen atemorizantes, llenos de elementos y detalles que logran transmitir vitalidad. Los escenarios, tétricos como brillantes, son majestuosos. Sus responsables se han preocupado en aprovechar lo más que han podido todo el poderío del Unreal Engine 4, y el resultado es muy satisfactorio, incluso si tomamos en cuenta que es una propuesta desarrollada por un equipo pequeño a diferencia de otras obras de carácter AAA.
Al igual que en las viejas entregas, Shadow of the Beast posee una convincente y exquisita banda sonora que nos regala melodías cargadas de acción y adrenalina principalmente, las cuales cuajan a la perfección a la hora de los enfrentamientos y nutren al programa de un mayor sentimiento de poderío y goce hacia el jugador.
Si se preguntaban si el título posee algún Extra, efectivamente, los tiene. Por ejemplo, podemos ingresar a una tabla de clasificación mundial donde podremos comparar nuestro desempeño con el de otros jugadores en cualquier parte del mundo, donde se evalúa tanto la dificultad en la que fue completado el nivel, el tiempo y puntuación total. De igual forma, hay un apartado donde podemos desbloquear fragmentos de la historia, arte generado para el desarrollo del título, e incluso el Shadow of the Beast original completo. Aunque para esto último debemos canjear nuestros orbes de luz mencionadas anteriormente.
Shadow of the Beast, aunque al final termina triunfando en su objetivo de conservar la estética y espíritu de la entrega original, falla en adaptarse a los nuevos tiempos con nuevas mecánicas y un control mucho más refinado. Si estos dos elementos hubieran sido un poco más cuidado, la obra de Heavy Spectrum sería una propuesta imperdible. El regreso de Aarbron muy probablemente no ofrece los suficientes elementos como para conquistar a toda una nueva generación de jugadores, pero aquellos que crecieron tomando el control de esta implacable bestia podrían encontrar suficientes razones aquí reunidas para darle una oportunidad a la obra y revivir buenos recuerdos.
Definitivamente me encantaría reencontrarme de nuevo con Aarbron y su sádico mundo, ya que su historia y peligrosidad merecen un tratamiento que esté a la altura, y creo que tiene todas las herramientas necesarias para conseguirlo. Sólo el tiempo dirá si la industria le da una nueva oportunidad de dar un último golpe mortal.