La búsqueda por la octava maravilla del mundo ha sido desechada, se acabó la idea de llevar a Kong a Broadway. Lo de hoy es descubrir el origen de la bestia, su pasado y la razón por la que actúa como lo hace. Kong: Skull Island es una historia de origen, más parecida a una cinta del Universo Cinematográfico Marvel que a las anteriores actuaciones del gorila gigante, y por más extraño que esto parezca, es la clave para el esperado crossover que tiene Warner entre manos.
Luego de dar por finalizada la guerra en Vietnam, un escuadrón de soldados estadounidenses es reasignado a una expedición en una isla recién descubierta. El objetivo, encontrar nuevas formas de vida antes que los rusos, o al menos ese es el pretexto expuesto por “Bill” Randa (John Goodman), miembro de una organización gubernamental encargada de dar respuesta a hechos aparentemente paranormales.
Sin tener en cuenta los motivos principales de la expedición, ésta inicia con la detonación de bombas en la superficie, lo que desencadena el despertar de la bestia. El rey Kong no tolera que los invasores destruyen su territorio y de un momento a otro desencadena su furia contra los helicópteros encargados de explorar Skull Island. Luego de la primera pelea, el escuadrón comandado por Preston Packard (Samuel L. Jackson) es casi eliminado, pero la fiebre por una nueva guerra apenas empieza en la mente del Coronel.
Kong: Skull Island presenta la fórmula taquillera perfecta, con todos los nombres que tiene en el poster dando lo mejor de sí para dejar satisfecha a la audiencia. El monstruo se deja ver desde los primeros cinco minutos de la cinta, los protagonistas dan valor a la trama así como al conflicto entre la bestia y el desvariado hombre de guerra, y, lo más importante, la lucha entre el gigante de 31 metros de alto y una temible combinación entre Nick Fury y Jules Winnfield. Todo lo que te puedes imaginar por el tráiler, lo puedes ver en la película.
En pocas palabras: Kong es lo que Godzilla debió haber sido hace tres años. Una película de acción con toda la destrucción que una bestia gigante puede causar. Aunque el escenario es distinto, la devastación de Kong se disfruta igual, así como también se entienden sus motivaciones y la necesidad de proteger su territorio. No es una fórmula al azar con un poco de trama melancólica, sino un atajo de todo ello para un producto final que nos mantienen interesados en todo momento y que no deja de ser emocionante hasta, literalmente, el último segundo de la proyección.
Sin rescatar los clichés de antaño y apostando por algo más al estilo de Captain America, o incluso la próxima Wonder Woman, Kong: Skull Island se perfila como una de las cintas más grandes del verano, con una banda sonora envidiable, tomas increíbles y un futuro prometedor para la aclamada tendencia de los crossovers cinematográficos. Kong es el estreno de la semana y, al menos para nosotros, la mejor película de lo que va de 2017.
Indispensable quedarse al final de los créditos.