Enero es el momento perfecto en México para disfrutar de las películas oscareables, aquellas que apuntan a lo más alto de la temporada de premios y de las cuales llevamos meses escuchando por culpa de los cinéfilos gringos. Para iniciar con esta temporada de CINEMA, llega a las salas mexicanas una de las películas que más suena para las nominadas a Mejor Actriz: Spencer. Pero ojo, a diferencia de lo que se podría pensar en un inicio, esta película no es un biopic, sino la visión de un momento cumbre en la vida de la princesa Diana, llevado a la pantalla grande con una sublime actuación de Kristen Stewart.
Spencer se sitúa en la víspera de Navidad de 1991, Diana tiene que celebrar las fiestas en compañía de la Corona Británica, pero en su interior sabe muy bien que está a punto de dar el paso más importante de su vida: separarse del príncipe Carlos. Sin embargo, la situación no es tan sencilla como parece, a pesar de que la realeza nunca ha estado contenta con su personalidad y presencia, tampoco están dispuestos a aceptar un desfiguro tan grande. Acosada por los medios y con la presión de la Corona, Diana tiene que soportar tres días de persecución y delirios, una última prueba para conseguir su libertad.
Este retrato de Lady Di toma fuerza a través de un contexto que va más allá de un matrimonio fallido y problemas familiares, Diana está al borde de un colapso mental, atormentada por su posición en la Familia Real. Frágil y temerosa, Diana consigue la fuerza necesaria para mantenerse de pie, pero entre más lucha por su libertad, más visibles son los estragos en su salud. A nivel narrativo el guion consigue generar una empatía casi inmediata, con la princesa, mientras que a nivel visual podemos sentir la claustrofobia y soledad que Diana carga sobre sus hombros, siempre por debajo de los lujos insulsos y despreciables de la Corona.
Kristen Stewart aterriza perfecto a la Diana pérdida y desolada, pero también a la Diana que debe disfrazar su ira y resentimiento ante los medios y sus pequeños hijos. Diana no es un personaje unidimensional, la princesa del cuento o la afligida esposa. Diana es una sobreviviente con la esperanza de un mejor mañana. Kristen Stewart consigue poner frente a la audiencia esta visión particular del personaje real, a través de un viaje crudo y doloroso.
Pablo Larraín y Steven Knight, director y escritor, respectivamente, proponen una historia ficticia, inspirada por los ya mencionados eventos reales. Esta idea conceptualiza la decisión de Diana a través de una serie de simbolismos que desatan las decisiones de la princesa, al mismo tiempo que la atormentan de forma casi sobrenatural. Spencer funciona bajo reglas bastante particulares, con situaciones que mantienen a la protagonista en el plano de los plebeyos, apoyada por sirvientes y cocineros, con un claro contraste a los ostentosos vestidos y la enorme mansión donde la realeza pasa la Navidad. Pero, sobre todo esto, Spencer juega con la cabeza de Diana de forma aterradora, emulando su vida con la de Ana Bolena, sentenciando los eventos de la película, y de la misma vida de Lady Di.
Aunque la sutileza del mensaje no es el fuerte de la película, hay una buena combinación de todos los simbolismos con la actuación de Stewart, comprometiendo a la audiencia por completo con la protagonista y sus decisiones. Además, Stewart consigue llevar prácticamente toda la película sobre sus hombros, pues si bien el cast involucra tanto a la familia real, como a los empleados de la Corona, es ella la pieza clave de toda la producción. Hay momentos en los que lo único que rodea a Diana son los gigantescos paisajes de Sandringham o los interminables pasillos de la mansión, e incluso sin diálogo, Stewart transmite un dolor con el que es fácil empatizar, y una desesperación de la que todo el cine pide escapar a gritos.
Sin duda alguna, Spencer merece cuando menos la nominación de Stewart para Mejor Actriz, mientras que en términos más generales podemos encontrar un trabajo sobresaliente para el vestuario, peinado, maquillaje y el diseño de producción. Por otro lado, la atrevida de idea de jugar con la realidad para contar una historia más introspectiva de Diana Spencer merece un reconocimiento aparte, pues a pesar de que la ejecución tiene algunos problemas, la cinta termina impulsando la historia a través de su protagonista, apoyada por una historia convincente y bien desarrollada.