Año con año, la industria cinematográfica se ve invadida por un sinnúmero de películas pertenecientes al siempre atrayente género de terror. De esta manera, hemos recibido toda clase de propuestas, la mayoría olvidables, aunque algunas han conseguido alcanzar el suficiente éxito comercial para verse transformadas en nuevas franquicias. Para ejemplificar este último punto, se me ocurren The Conjuring, con secuela programada para este mes de junio, e Insidious, siendo esta ya incluso una trilogía.
Sin embargo, con la llegada del siglo XXI, muy alejados de inolvidables cintas como The Exorcist, The Texas Chainsaw Massacre, Rosemary’s Baby y The Shining, el género ha visto sus mejores momentos, no gracias a los grandes estudios, sino a las películas de pequeños presupuestos de producción independiente.
En un muy pequeño intervalo de tiempo, It Follows, Goodnight Mommy, The Babadook y A Girl Walks Home Alone at Night han sido largometrajes que lucen como principales exponentes de la era moderna del terror. Pero es hasta ahora cuando finalmente tenemos a nuestra disposición, de la mano del joven director Robert Eggers, el que muy probablemente es el primer gran clásico de la década en cuanto a títulos de esta naturaleza. The VVitch: A New-England Folktale (La Bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra) es una película imprescindible que te helará la sangre, perturbará tu consciencia y profanará tu fe.
«Oh Dios, mi Señor, anhelo por tu ayuda y dejaré mi pecado.»
La Ópera Prima de Robert Eggers nos lleva hasta el año 1630, Massachusetts, en la región conocida como Nueva Inglaterra. Durante los primeros minutos de la cinta es introducida la familia protagonista del relato, quien está siendo sometida a un juicio en donde buscan ser excomulgados de la iglesia de su comunidad. Al final del mismo, logran su cometido, pero deben pagar un precio: Abandonar la población.
Siguiendo su devoción a Dios, la familia acepta y se adentran en la naturaleza, frente a un inmenso bosque, lejos de la civilización y de todo contacto con el mundo exterior para llevar una vida pacífica, entregada a su fe y al trabajo en el campo.
Todo parece ir bien hasta que un día, el bebé Samuel, miembro más joven de la familia, desaparece inexplicablemente frente a los ojos de Thomasin (Anya Taylor-Joy), su hermana. La tristeza invade a la familia, y la búsqueda de su ser querido desencadenará una serie de eventos que pondrán a prueba sus lazos y creencias mientras el ambiente comienza a volverse cada vez más turbio y siniestro cuando irremediablemente la naturaleza sobrenatural del bosque y del ser que habita en él se vuelven clave en la desaparición de Samuel.
Con esta premisa arranca de The VVitch, cuyo guion se desarrolla a través de tres elementos fundamentales: El fanatismo religioso de William (Ralph Ineson), el padre y principal sustento de la familia, la superstición de Katherine (Kate Dickie), la obediente madre y esposa, y la continua lucha entre el bien y el mal que se lleva a cabo en la mente y corazón Thomasin, la dulce y bella hija mayor del matrimonio.
Tomando los últimos tres puntos en conjunto, a lo largo de los 93 minutos de duración de la cinta, el director logra brindarnos un relato cargado de angustiosas escenas donde se pone en manifiesto el todavía presente miedo a lo desconocido que vive en nosotros. La historia, sin caer en los típicos clichés que nos tiene malacostumbrados gran parte de la industria, envuelve al espectador en una atmósfera aterradora y solitaria en la que es imposible escapar antes de que haya concluido la función.
De igual forma, el argumento no se limita a sumergirnos en un evento protagonizado por situaciones macabras, sino que muestra un desarrollo de personajes auténtico y creíble. William, buscando encontrar el significado a los oscuros designios de Dios que ha derramado sobre los suyos, a Katherine navegando a través de un inferno personal que va desgastando su cordura mientras trata de hallar a quien ha traído la desgracia a su familia, Caleb, segundo hijo del matrimonio quien constantemente sufre ante el duro destino que le espera una vez tenga que reemplazar a su padre como hombre de la familia, sin dejar de lado el deseo sexual que despierta en él la presencia de Thomasin, sin dejar de lado la culpa que ello le genera. Y claro, los mellizos Mercy y Jonas, cuya libertad e ingenuidad podría ser peligroso.
Cada parte del guion goza de un cuidado excepcional para hacer de The VVitch una película inolvidable, también un relato creíble, a pesar de su condición de leyenda y hechos que van más allá de la realidad, y que consigue a la perfección su objetivo: Hacerse presente en tus pesadillas.
“Me arrepentiré y rechazaré todo mal. Cuando no sea fiel a mi fe, me arrepentiré.”
En cuanto al desempeño de los actores, todos francamente hacen un excelente trabajo muy por encima de la media en donde dejan ver las características primordiales de su personaje. En conjunto, la película goza de una naturalidad alucinante. Las emociones se manifiestan correctamente, nada se siente forzado o sobreactuado. Sin embargo, quien definitivamente se lleva los aplausos es Anya Taylor-Joy, quien se consolida como una actriz de gran potencial que dará mucho de qué hablar en los próximos años.
Mención especial es la breve colaboración de Wahab Chaudhry, la cual abarcará no más de dos minutos, pero cuya participación nos regala una de las mejores escenas del cine de terror en años. Por razones obvias, no daré más detalles sobre ello, pero dicho segmento del largometraje pasará a hacer uno de los más representativos de la obra y, sin duda, uno de los mejores que veremos este año.
Si no fuera suficiente con poseer un aterrador cuento digno de ser escuchado, La Bruja consigue transmitir toda clase de incómodas sensaciones gracias a los perfectos escenarios elegidos para la ocasión.
La sede del hogar de la familia es tétrico, perpetuamente rodeado de niebla, no pasa ni un rayo de sol y las condiciones en las que viven son deprimentes, aún a pesar de la época en la que nos trasladamos. El diseño de producción, digno de Oscar, refleja perfectamente aquella época en la vestidura de nuestros protagonistas, los accesorios y objetos que utilizan y, por supuesto, la propia casa y establo del que son dueños. Todo está presente en perfecta armonía, logra sentirte parte de aquel ecosistema, casi puedes incluso oler la hierba y los arboles a su alrededor.
Otro punto digno de mención es la paleta de colores utilizada para el largometraje, en su mayoría siendo tonos opacos y tristes los encargados de darle vida al mundo de The VVitch, la composición da como resultado preciosas tomas que permiten contemplar la estética solitaria, misteriosa y fría de la película. A pesar de que en numerosas escenas de la obra se menciona la presencia de Dios, el universo que tenemos ante nosotros es más un reflejo del infierno, un sitio donde Él no tiene cabida.
“Por Tu gloria me arrepentiré y dejaré mi pecado. Me arrepentiré, y rechazaré todo mal.”
En la fotografía tenemos a Jarin Blaschke, cuyo trabajo recordamos en las discretas cintas Babygirl y I Believe in Unicorns, quien logra graduarse como un auténtico artista tras su labor en la película de Robert Eggers.
Desde su cámara, Blaschke consigue capturar toda la esencia del metraje, estando siempre en la posición correcta para mostrarnos una imagen maximizada de la locación de The VVitch. Cabe señalar que, para las escenas en exteriores, el fotógrafo utiliza luz natural para llenar de vitalidad la obra. Por otro lado, cuando la acción transcurre en interiores, tenemos espacios con espacio limitado, muy oscuros, en donde persiste una fuente de luz cálida sobresaliendo de alguna parte. Es como si viéramos una pintura de Francisco de Goya o del propio Rembrandt Harmenszoon van Rijn en movimiento. La influencia de estos dos personajes está muy marcada en el tono visual del producto.
Por su parte, el compositor Mark Korven, firma con The VVitch, el que sin duda es su mejor trabajo hasta ahora. La banda sonora con la que cuenta el filme es espeluznante y sirve como perfecto acompañamiento para acompañar las diversas escenas de la obra, también funciona de forma inmejorable para cargar de tensión y temor. Las melodías compuestas por Korven inquietan al espectador y escucharlas en solitario por la noche es una experiencia que todos los que deseen experimentar el miedo deberían hacer. No me sorprendería ver a la película siendo galardonada por este rubro en los próximos meses. Un trabajo impecable.
Finalmente, pero no menos importante, tenemos un muy cuidado sonido que está bien incorporado. El sonido del fuego, del viento, del bosque y de nuestros protagonistas invadidos por el mal es correcto y aparece cuando debe. En ninguna parte la producción recurrió a la implementación de los tan molestos y aburridos screamers. La atmósfera creada es natural y, por ende, demoniaca. Y todo ello conseguido gracias a la perfecta actuación del reparto, la dirección y orquesta. Jamás por un susto barato.
The VVitch: A New-England Folktale es una película extraordinaria. No, en realidad es una Obra Maestra. Muestra de no sólo cómo debe ser una película del cine de terror, sino un largometraje de cualquier tipo. El argumento es oscuro, cruel y despiadado. Las actuaciones, sobresalientes. Y la producción, inmejorable. Un producto completísimo que todo amante del género y del cine no debe perderse.
Quizá el punto que termine evitando que la obra de Robert Eggers termine triunfando entre las masas, es su ritmo un tanto semilento, pero para aquellos que gozan de los más pequeños detalles y se den la oportunidad de adentrarse en el Massachussets del siglo XVII, se encontrarán ante una historia que indudablemente se quedará en su mente por mucho, mucho tiempo.
Si deciden ir al cine a ver La Bruja, recomiendo ampliamente quedarse unos minutos más en la sala para que puedan escuchar Isle of Wight, tema de cierre de la película. No sólo para relajarse después de los atroces acontecimientos presenciados en pantalla, también para hacerte la pregunta: «¿Estoy salvado?»
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