Tristemente una despedida agridulce para el equipo de superhéroes más importante de Marvel.
Muchos años antes de que Los Vengadores invadieran la cultura pop había un pequeño equipo de inadaptados que luchaba no solo para salvar al mundo, sino también para ganarse el afecto y el respeto de una sociedad que les temía y odiaba. Los X-Men son -sin importar lo que diga la taquilla de Endgame– el equipo de héroes más importante de Marvel Comics… lamentablemente el final de su nueva saga está muy lejos del legado mutante.
X-Men: Dark Phoenix tiene lugar 9 años después de los acontecimientos que vimos en Apocalypse y la situación no solo ha cambiado de década o protagonistas, pues durante los últimos 3 años la Fuerza Fénix no ha sido la única amenaza para los mutantes; el director principal de la saga Bryan Singer dejó a los X-Men para encargarse del biopic de Freddie Mercury (incluso se robó la fecha original de estreno para Dark Phoenix), Simon Kinberg tomó las riendas del proyecto y al final la cinta llegó apenas unos meses después de que se consumara el deal entre Disney y 20th Century Fox.
Todo esto definitivamente afectó la producción alrededor del cierre de la saga mutante. De entrada, la llegada, o el regreso, de Dark Phoenix debería tener el mismo impacto que lo ocurrido con Thanos en Infinity War o Endgame, pero no solo se queda lejos del enorme blockbuster de Disney, sino también queda muy por debajo de sus predecesoras más ambiciosas First Class y Days of Future Past. Culpar a Disney podría parecer lógico, pero en general parece que la Fénix nunca tuvo un camino a seguir en esta historia.
Estamos en 1992 y los X-Men se han convertido en superhéroes para los Estados Unidos. Su victoria ante Magento y Apocalypse no ha pasado desapercibida y la búsqueda por el sueño de Xavier parece estar más cercana que nunca. La intervención mutante es tan importante para los norteamericanos que cuando una nave espacial tiene problemas en una misión los X-Men acuden al rescate tras una rápida llamada del presidente al mismísimo Charles Xavier.
Una vez que los mutantes llegan al espacio la misión de rescate se convierte en el encuentro perfecto entre la poderosa Jean Grey y un ente espacial conocido como la Fuerza Fénix… o al menos eso suponemos, porque en la película no se respeta el nombre. Jean queda atrapada ante este enorme poder y sin darse cuenta lo absorbe por completo para salvar a los astronautas y a sus compañeros mutantes. De regresó en la Tierra sus poderes se han disparado, pero no es hasta que su pasado regresa para atormentarla que todos descubren las nuevas habilidades de la mutante.
Diversas situaciones personales hacen que Jean pierda cada vez más el control de la Fénix e incluso de sus poderes mutantes, alejándose de sus amigos más cercanos y cediendo ante el control de la villana en turno: una misteriosa alienígena -acompañada de los últimos sobrevivientes de su planeta- interpretada por Jessica Chastain. La brújula moral de Jean es la primera en caer y el resto de su ser podría perderse en cuestión de horas.
Mientras que Sophie Turner (Jean Grey) logra convencernos del conflicto que enfrenta ante la llegada del Fénix, el resto de sus compañeros mutantes no consigue sobresalir lo suficiente como para intercalar entre Jean y la misión de Charles o la reacción de los X-Men ante el cambio de su compañera. En ocasiones la relación entre Scott Summers y Jean Grey nos hace pensar que hay algo ahí esperando por nosotros, pero tampoco logran que funcione muy bien esa subtrama. De nueva cuenta el guión recurre a Charles y Erik para el clímax, pero hasta eso es tan repetitivo que el chiste alusivo de Magneto no funciona como debería. Incluso hay varias irregularidades respecto a las películas anteriores, pero ningún error es peor que la trama general de la cinta.
Es muy obvio que nadie puede detener a Dark Phoenix, lo que vuelve predecible y aburrida la última parte de la cinta. Por suerte hay una secuencia en el tren que nos regala varias momentos increíbles de los poderes mutantes de Cyclops, Magneto, Storm y Nightcrawler, pero el final final nos deja un tanto vacíos respecto a lo épico que debería ser el momento cumbre de la Fénix. Para los más clavados con los cómics la diferencia entre Fénix y Fénix Oscuro es algo importante… y aquí solo hay una de ellas y no es la que le da nombre a la cinta.
En aspectos técnicos no hay mucho que decir. Los efectos especiales están bien, sin ser brillantes. La música de Hans Zimmer parece irrelevante y el tema de los X-Men no suena en ningún momento. Hay un par de cameos mutantes muy increíbles, el humor está bien en la primera media hora y después todo es un drama que daba para mucho más. La idea de los X-Men sigue siendo maravillosa y el cast es igual de imponente e incluso más sobresaliente que el de otras películas, pero el guión de Dark Phoenix no funciona en ninguna dirección… solo en Jean Grey y tampoco cierra como debería.
Definitivamente no es el adiós de los X-Men en el cine (y no lo digo por alguna escena post-créditos o similar). Próximamente Marvel Studios tendrá un nuevo reboot de los X-Men y solo esperamos que puedan hacerlo de la misma forma en que X-Men: First Class, X-Men: Days of Future Past y Logan nos entregaron una versión mutante que jamás vamos a olvidar.