Cuando la noche abruma con su cara más oscura y el silencio ejerce su implacable hegemonía muda, la intranquilidad se adueña de nuestra alma, alguna especie de reminiscencia ancestral grita tratando de advertir que estos son los ingredientes del peligro, es entonces cuando empezamos a sentir el más profundo temor, pero no temor a la oscuridad misma, sino a lo que esta puede ocultar en sus entrañas, a los hijos de la penumbra, que aprovechan el arropo de su madre para desplegar sin ataduras la esencia de su maldad (o eso suponemos). En pleno ejercicio de nuestra condición más humana tememos especialmente a lo que no entendemos, el miedo a no saber resulta lógico si aceptamos que nuestro ser atiende principalmente a la razón. Lo oscuro nos asusta entonces por naturaleza y por naturaleza lo asociamos con el mal.
Pero ¿Qué pasa cuando se rompen los esquemas pre-establecidos? ¿Qué pasa cuando (por la razón que sea) las cosas dejan de ser cómo deberían? Ah pues que surgen una de las posibilidades más ricas de esta realidad: lo inesperado, lo increíble, es aquí cuando sucede lo imposible. Al vernos superados de lleno por los poderes de las sombras, hemos esperamos el milagro: que ella misma se ocupe de cazar a sus propias bestias, que la oscuridad engulla a sus acólitos, que se conforme una suerte de justicia negra. Todas estas esperanzas son capitaliza por la figura de Batman como «héroe (o ¿antihéroe?) oscuro» en un infinito combate contra la noche misma. Ha sido un gran éxito mediático in crecento porque su mera existencia plantea una paradoja elemental: que lo malo puede ser bueno, que el miedo puede usarse no solo contra sus víctimas sino contra sus victimarios.
El Hombre Murciélago (nótese la alegoría con el ser nocturno) ha recorrido un extenso camino en las artes contemporáneas desde su nacimiento en la cuna del arte secuencial (que no cómic), con varios altibajos sí, pero en general manteniendo siempre un buen nivel y disfrutando actualmente de una especie de renacimiento en los tiempos contemporáneos que le ha sentado de maravilla. Desde su concepción (Detective Comic 27 de Mayo de 1939) el universo de Batman fue diseñado para ahondar en los abismos más negativos de la psique humana, su propia ambientación en una urbe desahuciada, oscura, sucia, corrompida por el crimen y de habitantes desengañados, fue nombrada acertadamente como Ciudad Gótica (en alusión por supuesto con dicha cultura y estilo arquitectónico). La desgracia entonces se transforma en esperanza cuando un desafortunado niño queda huérfano por azares injustamente cotidianos dentro de la ciudad. Hijo de padres millonarios pero altruistas (vaya milagro), sigue el camino heredado de sus progenitores pero llevado al extremo a raíz quizá de ese traumático episodio infantil: erradicar (literalmente y con sus propias manos) el crimen que le había arrebatado a sus seres queridos en una mezcla de justicia impartida con toques de venganza.
Un gran personaje sin duda, carismático y con alto grado de profundidad en un entorno gótico y sombrío muy bien pero ¿y los enemigos? Para estructurar un gran éxito como este la otra cara de la moneda no puede fallar, más aun si se trata de una oda a la oscuridad y como ella determina nuestra locura. Bien pues el universo de Batman cuenta con una densa cantidad de villanos que no han hecho sino potenciar la popularidad del personaje, la mayoría de ellos psicópatas dementes retorcidos por el perverso mundo en el que habitan, que tienden a volcar su paranoia en un objeto dueño de sus locuras (la dualidad de Two Faces, el miedo del Scarecrow o los acertijos de The Riddler), pero hay uno en particular que complementa la figura de Batman casi como su reflejo en un espejo, un villano tan brillante que muchas veces llega a opacarlo, si, es esa sonrisa malévola que nos dice que hay algo terriblemente mal con este sujeto. El Joker es quizá uno de los mejores villanos que existe en cualquier medio porque representa una apología a esa parte de nosotros mismos que no nos explicamos, esa rareza o desequilibrio interno que la sociedad nos obliga a contener, esa maldad tan autentica que no hace falta apariencia amenazante para infundir en nosotros el más profundo terror. Es, sin lugar a dudas la otra mitad del Murciélago en todos los aspectos.
Este conjunto de elementos maquinaron una fórmula mágica que ha funcionado de maravilla a lo largo ya de casi 80 años, y que sigue hoy plenamente vigente gracias a reinvenciones recientes que respetan muy bien la esencia del personaje y lo alejan de las garras multitudinarias que no han hecho más que alentar errores garrafales como muy bien lo ejemplifican el personaje multicolorido de Robin, Batgirl, las bazofias llamadas películas de Schumacher, la nefasta serie televisiva protagonizada por el pagano Adam West o el fracaso anunciado de la próxima Batman vs Superman que, con lo que hemos escuchado me sorprendería si no resulta ser un soberano despropósito. Pero aparte de esto la carrera del héroe en los medios artísticos ha sido cuando menos notable, ah no perdón, porque como dice Gordon en The Dark Night: «Él no es un héroe, es un caballero de la noche».
Anexo: Mejores producciones artísticas de Batman:
- Batman (original cómic, 1940)
- The Dark Knight Returns (Frank Miller, 1986)
- Batman: Killing Joke (Alan Moore, 1988)
- Arkham Asylum: A Serious House on Serious Earth (Grant Morrison, 1989)
- Batman (Tim Burton, 1989)
- Batman Returns (Tim Burton, 1992)
- Batman: The Animated Series (Paul Dini, 1992)
- The Adventures of Batman and Robin (Konami, 1994)
- Batman: Chaos in Gotham (Digital Eclipse Software, 2001)
- The Batman (Duane Capizzi ,2004)
- Batman Begins (Christopher Nolan, 2005) y juego (Eurocom, 2005)
- The Dark Knight (Christopher Nolan, 2008)
- Lego Batman (Traverller’s Tales, 2008)
- Batman Arkham Asylum (Rockstady, 2009)
- Batman Arkham City (Rockstady, 2011)
- The Dark Knight Rises (Christopher Nolan, 2012)
- Batman Arkham Origins (Warner Bros. Games Montreal, 2013)
- Batman Arkham Knight (Rockstady, 2014, vale que aun no ha salido, pero hay motivos de sobra para ser optimistas).